CIUDAD DE MENDOZA RÍO LAS CUEVAS - Paramillo de Las Cuevas - Las Heras - MENDOZA Casucha del Rey Puquios - Las Heras - MENDOZA Puente LA ROCA (GAM 8), sobre el río Las Cuevas, sendero al Co. Penitentes - Las Heras - MENDOZA Luna sobre el Co. Arco - Las Heras - MENDOZA Ruinas de las Minas Jesuitas de Paramillos - Las Heras - MENDOZA Atardecer en Lagunas del Rosario - Desierto de Lavalle - MENDOZA Cerro Comición - Luján de Cuyo - MENDOZA Capilla Nuestra Señora de las Nieves, ladera Co. Banderita Sur - Puente del Inca - Las Heras - MENDOZA Camino a Manantiales - Tunuyán - MENDOZA Cascada en la Quebrada de los Berros - Luján de Cuyo - MENDOZA Estación GUIDO - Tren Trasandino - Las Heras - MENDOZA Altos Limpios - Lavalle - MENDOZA Laguna del Diamante y Volcán Maipo - San Carlos - MENDOZA
Mostrando las entradas con la etiqueta leyendas mendocinas. Mostrar todas las entradas

LEYENDA DEL CERRO NEVADO

Leyenda del cerro Nevado


Por: Enrique Guerrero.

En esta antigua leyenda, los pobladores originarios de Cuyo plantean una analogía, entre las fuerzas de la naturaleza y el espíritu del hombre.

 

La belicosidad de las tribus araucanas, está representada por los volcanes activos de la cadena occidental de los Andes, frente a la pasividad de los volcanes extintos del este y la vida sedentaria del pueblo huarpe.


Siendo muy probable, que naciera como una necesidad de advertirle a sus comunidades, el carácter violento de otras tribus.


Salí por fin de la Cordillera y entré en el reino de Chile, que tiene quinientas leguas de largo por veintiocho o treinta de ancho, célebre por sus diversos temblores causados por catorce volcanes siempre inflamados, que vomita la parte más elevada de sus montañas cubiertas de nieve. 

Viaje por el interior de la América Meridional - Julián Mellet (1824)





Leyenda del  Cerro Nevado


Adaptación: Enrique Guerrero

La actividad volcánica que modeló el paisaje de la Payunia, comenzó hace tres millones y medio de años y continuó sin interrupción hasta hace tres mil, siendo muy probable que las últimas erupciones, fueran presenciadas por los pueblos originarios de la región.

Leyenda del "Nevado"

No siempre se llamó Nevado. Hubo un tiempo en el que como todos los volcanes dormía y su sueño profundo, sólo era perturbado por las erupciones y sacudones, que estremecían su cuerpo mientras crecía.


Y así, con el transcurrir de los años, siglos y milenios, tiempo que se asemejaba más a la eternidad, que a una etapa de desarrollo, una mañana despertó. La metamorfosis se había operado y como recuerdo de aquel volcán estrepitoso, nacía un bello cerro, alejado de las cadenas montañosas del oeste.


Se erguía orgulloso y feliz, buscando alcanzar las nubes con las formas indefinidas de su cumbre y en juegos interminables, fustigaba vientos, hasta dejarlos rendidos y maltrechos de tanto soplar.


Sus faldeos arrugados e irregulares, hospedaban a una gran cantidad de pequeños lagartos y a sus pies, a partir de los peñascales, el suelo arenoso se iba moteando de alpatacos, caldenes, jarillas, pichanas y zampas, que convivían con los ñandúes, tortugas y grandes tropillas de guanacos del lugar.


Coronando el paisaje idílico, una Laguna Grande[1] se interponía con la cordillera, alfombrando con aguas turquesas y aves multicolores, el campo volcánico Llancanelo[2], que con el sol de la mañana, se colmaba de pájaros acrobáticos que ascendían y se precipitaban sobre el espejo agua, como una delicada lluvia de cristales.


Sus vecinos más cercanos vivían en la Payunia, otro campo volcánico densamente poblado, que llevaba por nombre el de sus ciudadanos ilustres,  Payún Matrú[3] Payún Liso, dos ancianos que hacía milenios habían extinguido su furia y hoy, pasaban los días disfrutando la serenidad que dan los años. 

Los acompañaban volcanes menores, tales como Morado y el pequeño Santa María, que en sus lejanos días de juventud, diseminó una colada de lava tan oscura en el valle, que le dio origen a las Pampas Negras.



Esta historia hubiera tenido un final feliz, de no ser que del otro lado de la cordillera, desde el norte con el volcán Láscar[4], hasta el sur con el Hudson, pasando por el Quizapú[5] que estaba frente a sus ojos, los volcanes discutían permanentemente.
 

Cerro Sosneado
(Mendoza Argentina)
Sosneado[6], el más alto de la zona, observaba confundido desde la caldera del Atuel[7], el marcado contraste que signaba la vida de sus hermanos de un lado y otro de la cordillera. 


Cada mañana cuando los primeros rayos de sol iluminaban su cresta, abría los ojos deseando que la paz hubiera llegado.


Pero tan pronto como Peteroa[8], Descabezado Grande, Tinguirrica[9] y muchos otros despertaban, continuaban las acaloradas y explosivas batallas del día anterior, con interminables lluvias de cenizas, bombas volcánicas, temblores, vómitos de fuego y lava, que finalizaban con la vida de las inocentes criaturas, que habitaban los alrededores. 



  Según cuentan los ancestros, con los años el bello cerro de cúspide gris, comenzó a sumirse en una profunda pena. Las interminables guerras de sus hermanos del oeste, con la consecuente muerte de animales y plantas que estas ocasionaban, blanquearon su cabellera. 

Y desde entonces se lo conoce como El Nevado y dando testimonio de aquellos tiempos, siempre luce su cumbre cubierta de nieve.





Cerro "El Nevado"



Cerro Nevado
Distrito Punta de Agua - San Rafael

Latitud: S35 34.799

Longitud: W68 29.407

Altura: 3.833 m s.n.m. 


El cerro Nevado se encuentra en el Departamento de San Rafael, en el límite con Malargüe. Es la mayor altura extracordillerana de Mendoza, ubicado a 130 km al este, de la cordillera principal. Su nombre en lengua pehuenche es piri-mahuida (piri: nieve, mahuida: montaña o cerro)


Sus alrededores lo constituyen una bella y delicada zona ecotonal (de transición), entre el Monte y la Estepa Patagónica.


En sus suelos arenosos y la estepa arbustiva de monte, habita uno de nuestros Monumentos Naturales Provinciales, la tortuga terrestre patagónica o "Tortuga del Nevado" (Chelonoidis donosobarrosi) y en la zona de escoriales basálticos, dos lagartos endémicos, el “Lagarto de las Rocas del Nevado” (Phymaturus nevadoi) y el “Lagarto Cola de Piche del Nevado” (Phymaturus roigorum).


Allí también, en el límite oriental de su dispersión, se ha visto una de las especies amenazadas de nuestra provincia, el "gato andino"  (Oreailurus jacobita).





Senderismo, en el  El Nevado


Para los amantes del senderismo, "El Nevado", constituye una excelente opción.

Perfil altura /distancia, elaborado por mi navegador.

Proyección del Track sobre Google earth
Desde su cima, a la que se accede siguiendo una senda de algo más de 9 km de longitud, se observa el fabuloso paisaje, compuesto por la Laguna de Llancanelo, el Nihuil y las ciudades de San Rafael y Malargüe.



Las fiestas navideñas y de fin de año, están próximas, por lo que deseo despedirme hasta el próximo año si Dios quiere, con augurios de mucha Paz, Amor y felicidad.



[1] Laguna Grande: nombre dado por los pobladores originarios a la Laguna de Llancanelo.

[2] Llancanelo: La toponimia tradicional le asigna el nombre de “punta de flecha verde azulado”, donde entiende que yanca: piedra de cuarzo, con la que se construían las puntas de flechas y nelo: color verde–azulado.

Tras consultar diccionarios araucanos y mapuches, y conocer que verde se traduce como carí o carú, en mi opinión su significado sería "Laguna temporaria o ciénaga de color verde azulado", siendo llanca: piedra de color verde azulado usada para hacer cuentas de collares (malaquita) y niellu, ñelo: laguna temporaria o ciénaga (estudio de Enrique Guerrero). 

[3] Vn. Payún o Payén Matrú (3.680 msnm): "barba de chivo"su significado deriva del mapuche payum: barba y matrü: chivo. (toponimias de Isidro Maza), La gente de los alrededores lo llaman Payén (pehuenche), cuyo significado es "cobre".

[4] Vn. Láscar (Chile): del kunza, idioma hablado durante el siglo XIX en el norte de Argentina, Chile y sur de Bolivia, "Lasckar: lengua"

[5] Vn. Quizapú (Chile, 3.788 msnm): la toponimia no proviene de una característica particular del volcán o de un idioma originario. Deriva de un apócope dado por los lugareños a la primera expedición científica que lo estudió: "Quizá(s) pu(es)".

[6] Cerro Sosneado (5.189 msnm): su nombre en lengua nativa significa: "donde primero se ve el sol" toponimias de Isidro Maza. Es el 5000 más austral de Los Andes Centrales, a partir del cual, comienzan los Andes Patagónicos, cuyas alturas del lado argentino, rara vez superan los 2600 m, siendo el más alto el Vn. Lanín (Neuquén) con  3776 msnm.

[7] Atuel: el Dr Gregorio Álvarez, opina que el topónimo proviene de la costumbre de llamarle Atuel o El Latuel. Análisis desde el mapuche: la significa muerte; tue, tierra l, apócope de leuvú, que es río, que se interpreta como: río de la tierra de muerte.

Otras interpretaciones, le asignan una raíz puelche (gente del este) y su  significado sería "alma de la tierra".

[8] Vn. Peteroa (Chile): proviene de los vocablos mapuches "püthen" (quemarse) y "rogh" o "roa" (ramas), lo que significaría "ramas quemadas"

[9] Vn. Tinguiririca (Chile): del mapuche, significa "zorro enflaquecido y yerto de frío", o "los enanos"- tigiri: enanos, ca: los.






Otros temas que quizás te puedan interesar:



* Leyenda del cerro Punta Negra.


* Leyenda del Aconcagua.


Monumentos naturales de Mendoza - Ley Provincial 6599.


LEYENDA DEL ORO PERDIDO EN LA MONTAÑA

Ruinas de las Minas Jesuitas de Paramillos



El oro del Rey


Adaptación: Enrique Guerrero


No es ningún secreto, que durante el periodo colonial español, entre los s. XVII y XVIII, el oro y la plata extraídos en las minas de Uspallata, eran trasladados a la Casa de la Moneda en Santiago de Chile, para el acuño de doblones.


Nave "Victoria" de la flota de Magallanes-El Cano

Tarea tras la cual, volvían al Virreinato del Río de la Plata, a través de la Cordillera de Los Andes


La elección de tal ruta, ofrecía un recorrido más corto y seguro, que el proporcionado por un viaje en barco, a través del Estrecho de Magallanes


Una vez en Buenos Aires, partían para España, por la Ruta Marítima del Atlántico.



1793

Nace la historia...


La última semana de  1793, una importante remesa de doblones de oro, recientemente acuñados en la Casa de la Moneda (Chile), partieron con destino a la ciudad de Mendoza.


Como eran propiedad de Carlos IV, rey de España, debían atravesar una larga y rigurosa serie de controles, debido a la importancia del envío y al largo viaje que tenían por delante.


El desafío más grande, residía en el cruce de la Cordillera de Los Andes a lomo de mula, ya que después, les esperaba un largo y tedioso viaje a Buenos Aires, en pesados carros tirados por bueyes.


"Apunte para cuadro de composición"
Fidel Roig Matóns

Las monedas fueron pesadas, contadas y asentadas en un acta, y posteriormente almacenadas en fuertes zurrones[1] de cuero, tarea tras la cual, se los encadenó y lacró con el sello real, para garantizar su inviolabilidad.


Una vez finalizados los controles, los valores fueron entregados al capataz de los arrieros, para que se hiciera cargo de la seguridad y el traslado. 


La gente balanceó, distribuyó y aseguró el precioso cargamento sobre el lomo de los animales, colocando al frente de la recua[2], la "yegua madrina", con un ruidoso cencerro colgado al pescuezo, cuyo sonido  mantendría unidos a los mulares, durante la travesía.


La arria[3] estaba compuesta por cinco mulas "silleras", veintiocho de carga  perfectamente "entabladas", es decir, acostumbradas a andar juntas y la "madrina"


Dos arrieros abrían camino, dos cerraban la columna para evitar que se perdiera o retrasara algún animal y uno, iba y venía recorriendo la larga fila, verificando que la carga estuviera ordenada y no se hubiera aflojado ningún bulto, oficiando las veces de marucho[4], cuando hacían real[5].


Durante el viaje por la banda chilena, los acompañó el buen tiempo, situación que les permitió hacer altos en el camino, controlar la carga y descansar regularmente.


Las penurias comenzarían, al cruzar el portillo del cerro Santa Elena, que marcaba el ingreso al territorio mendocino. Un gran temporal de nieve se abalanzó sobre ellos, apenas ingresaron al Paso de Uspallata,  poniendo en serio riesgo sus vidas y el cargamento. 


Cuando creían que todo estaba perdido, al bajar una cuesta divisaron sobre un alto, el perfil de la Casucha del Rey, Paramillos de Las Cuevas.


Casucha del Rey, 
 Paramillo de las Cuevas

El refugio aún contaba con leña y provisiones, de las dejadas para el correo, el otoño pasado.


Como la tormenta no amainaba y el charqui[6] daba vueltas en el caldo sin ablandarse, unos chifles[7] de aguardiente,  fueron la excusa perfecta para pasar el rato junto al calor de las brasas.

La nevada continuó durante toda la noche y parte del día siguiente. El charquicán[8] que había sobrado de la cena, el licor y el amparo que les ofrecía el refugio del frío, los mantuvo entretenidos hasta que se despejó.

Atardecía y con los últimos rayos de sol, se apresuraron a cargar los bultos sobre la arria de mulas, para recuperar parte del tiempo perdido y partieron al anochecer, iluminados por la pálida luna menguante.

Desobedeciendo lo ordenado por el capataz, los rezagados, amparados por la oscuridad, se empinaban cada tanto un trago de aguardiente, tentación que se repitió durante toda la madrugada.

Con las primeras luces del alba, perplejos descubrieron la falta de algunos bultos, que debieron caerse durante la marcha nocturna, lo que originó serias discusiones entre el capataz y los arrieros, para determinar las responsabilidades por lo acontecido. 

Como regresar en su búsqueda ya no sería posible, por la inestabilidad del tiempo, continuaron lo que restó del camino, entre avivadas discusiones.





1794

Tras llegar a la ciudad de Mendoza, los primeros días de enero, se dirigieron a la Aduana, donde luego de relatar lo sucedido, fueron sumariados y encarcelados en el Cabildo, hasta tanto tomara cartas en el asunto, el Virreinato del Río de la Plata.

"Antigua Plaza Matríz de Mendoza"
Archivo General de la Provincia de Mendoza

Cuando la noticia llegó a oídos del virrey, Nicolás de Arredondo, le ordenó a Manuel Belgrano, primer secretario del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires (1794), que comisionara con urgencia a un hombre, para que investigue y encuentre el oro perdido en la montaña.

"Mendoza"
dibujo de Johann Moritz Rugendas (XIX)
 
Después de un tiempo, la persona comisionada por Belgrano, llegó a Mendoza e interrogó en varias ocasiones a los arrieros y de las declaraciones de estos, determinó que si la carga realmente se había  perdido, debió ser en algún punto comprendido entre Punta de Vacas y Las polvaredas.

Realizó varias incursiones por la zona, sin encontrar rastro alguno de las monedas, por lo que pasado un par de meses y ante la infructuosa búsqueda, dio por finalizada la investigación, elaboró un informe y volvió a Buenos Aires.





La leyenda del oro perdido



Pasaron los años y una tarde, mientras una copiosa nevada se abatía sobre la localidad de Uspallata, un abuelo que buscaba entretener a sus nietos, recordó la historia del oro perdido en la montaña

Los reunió frente al calor del hogar y se las relató, tal como su padre lo había hecho con él. Uno de los pequeños se incorporó y se dirigió a la ventana, donde permaneció callado por un largo rato, embelesado con los copos de nieve que caían sin cesar.

Las llamas cambiaban de coloración iluminando tímidamente la sala y los silencios, eran solamente superados, por el crepitar de los leños que ardían...

Con el tiempo, ese niño creció y se convirtió en un hombre. 

Un día sin saber cómo, se encontró recorriendo la vera norte del río Mendoza, en la zona de Peñón Rajado, un paraje que media entre Punta de Vacas y Polvaredas. En sus ojos aún brillaban las chispas del fuego, encendido aquella tarde invernal y en sus oídos, la voz trémula del abuelo, narraba como un arrullo remoto la historia una y otra vez.

Iba y venía, mirando aquí y allá. Hasta que en una de las tantas pasadas, descubrió que entre los pasos dejados el día anterior, sobresalía un objeto oscuro, de forma circular, que se diferenciaba claramente del entorno. Con cierta vacilación, se reclinó y lo tomó en su mano, para observarlo con mayor detenimiento. 

Doblón español
De pronto, empujado por un extraño impulso, comenzó a refregarlo con insistencia contra una roca áspera, hasta quedar inmóvil, como si estuviera extenuado. La sorpresa lo había paralizado.

El sol se reflejaba en el metal, arrancando haces de luces doradas, que hasta pocos momentos antes, descansaban en la solitaria arena andina.

Con desesperación se dejó caer sobre el suelo y comenzó  hurgar la arena con los dedos, hasta que aparecieron muchas monedas más.

Estaba claro que había dado con el tesoro perdido o al menos, con una parte de él.

Esa noche no pudo dormir. La codicia se escurría entre el cansancio y los pensamientos, despertando una fascinante seducción, que convertía a las monedas halladas en insuficientes, por lo que ideó la forma de establecerse provisoriamente en el lugar, para continuar la búsqueda.

Un socavón en la barranca del río, ofició de vivac para la aventura que estaba dispuesto a emprender. Pasaron los días y encontró unas pocas monedas más, hasta que una mañana despertó enfermo. Como no podía cargar el oro, lo enterró junto a una gran roca y emprendió el regreso a Uspallata, para que lo atendiera el médico. 

La mala alimentación y las noches frías, habían afectado seriamente su salud.

Estuvo internado una semana, hasta que finalmente murió. A uno de los enfermeros le confidenció el hallazgo, pero nunca le mencionó el lugar, donde había enterrado el tesoro.

Y a partir de entonces, la historia de las monedas de oro fue rodando de boca en boca, hasta que con los años, se convirtió en leyenda.



En ocasiones me pregunto si las monedas, aún permanecerán enterradas o perdidas. 


Por momentos me asaltan muchas conjeturas, tal vez, porque pequeñas chispas de incredulidad, se empeñan en negar que haya sido posible tal pérdida y por consiguiente el hallazgo.


Pero, ¿y si fue así y aquel niño que observaba la nevada, realmente las encontró y las volvió a enterrar y aún aguardan al elegido, que las saque al sol del siglo XXI...


Con esta sorprendente posibilidad, me despido con un abrazo fraterno y el deseo de que la vida, nos brinde buenos senderos para andar.





 

[1] zurrón (RAE): bolsa grande de cuero que usan los pastores, cualquier bolsa de cuero para carga.

[2] recua (RAE): conjunto de animales de carga, que sirve para trajinar, (coloq.) multitud de cosas que van o siguen unas detrás de otras.

[3] arria: conjunto de mulas de carga

[4] marucho: era el encargado de  cuidar los bueyes o mulas, cuando se hacía un alto en la marcha, para comer y dormir o para refugiarse de las tormentas.

[5] real o "rial" (español coloquial): paraje elegido para hacer un alto o estadía pasajera, durante la marcha. 

[6] charqui: (quechua: ch'arki): carne secada al sol con sal.

[7] chifle: recipiente para llevar agua, hecho con asta, por lo general de buey.  por su gran tamaño, lo que permite disponer de una gran capacidad. Convenientemente vaciado de impurezas, limpio y seco, se tapona sólidamente con madera (a veces forrada con plata) la base del cuerno, es decir la parte más gruesa y con un pequeño tapón o espita la extremidad más fina, luego de perforarla para que sirva de pico.
[8] charquicán: con posibles raíces quechuas "ch'arki: carne salada y secada a sol, y kanka: asado". Guiso con charqui, ají, cebolla y verduras de época.






CACHEUTA - leyenda mendocina

Cacheuta

Puente colgante de Cacheuta


Por: Enrique Guerrero.


Con el comienzo del periodo hispánico en América del Sur, los pueblos originarios se vieron desbordados por una violencia inusual.


La aparición de los ejércitos profesionales, las armas de fuego y el caballo, deslumbraron, atemorizaron, sometieron y exterminaron a las poblaciones naturales.


Esta leyenda nace en un periodo hispánico temprano, cuando el avance del conquistador sobre nuestro territorio es inminente, cuando sólo restan 29 años, para la fundación de Mendoza.




El último soberano inca


Es 1532 y Francisco Pizarro, se dirige con un ejército de ciento sesenta y ocho soldados y treinta y siete caballos, a la ciudad de Cajamarca, bajo pretexto de conocer a Atahualpa, cuando en realidad es llevado por el rumor de que allí, se concentran las riquezas del imperio inca.

Atahualpa -"Dichoso vencedor"
XIV Emperador (1532-1533)
Mientras tanto, Atahualpa[1] que acaba de arrebatarle el trono a su hermano Huáscar, tras una sangrienta guerra, le facilita la llegada a la región empujado por la curiosidad y desoyendo las advertencias de sus generales, que le sugieren exterminarlo.

 

El fatal encuentro se produce en la plaza de Cajamarca, cuando el emperador marcha con su séquito.

 

Un capellán español se aproxima al trono, con un crucifijo en una mano y la biblia en la otra, ordenándole que acepte el bautismo y la autoridad del rey Carlos I de España.
Al no comprender lo dicho por el español, arroja la biblia a un costado, ofreciéndole a Pizarro la excusa perfecta, para abrir fuego y comenzar una matanza, que culminará con su captura el 16 de noviembre de 1532 y el consiguiente desbande, de los generales incas.

"Cuarto de Rescate"
(Cajamarca - Perú)
A cambio de su libertad, ofrece llenar con oro, la habitación donde está cautivo, hasta la altura donde llega su brazo extendido.


Para ello movilizó a las cuatro regiones (suyus) del imperio, para que reunieran los metales necesarios, para pagar el rescate.



El cacique dixo que el les daria tanto oro como cabría en un apartado que alli estava hasta una raya blanca que alli estava, que un hombre alto no allegaba a ella con un palmo.

                                                             Cristóbal de Mena 1534


A la habitación donde estuvo prisionero, se la conoce como "El Cuarto del Rescate” y está ubicada en el jirón (calle), Amalia Puga 750, a cincuenta metros de la Plaza de Armas de Cajamarca.




Cacheuta


Leyenda huarpe  

Adaptación: Enrique Guerrero

Durante el siglo XV y principios del XVI, el Imperio Inca había expandido sus fronteras hacia los cuatro puntos cardinales o regiones, ejerciendo el dominio sobre las etnias preexistentes y un estricto sistema de gobierno, que imponía entre otras cosas, el uso de la lengua quechua y el pago del tributo.


Paisaje de Cacheuta y figura de un chasqui.

Luego de que el Sapa Inca[2] Atahualpa fuera capturado, la orden de reunir el oro para su rescate, corrió en boca de los chasquis por todo el imperio, llegando al extremo sur del Collasuyu, donde el cacique Cacheuta ejercía sus dominios.



La figura alta y delgada, cabeza alargada, cabello largo y cutis oscuro, acentuaban el carácter decidido que el dios Hunuc Huar, les había dado a todos sus descendientes, los huarpes.


Cacheuta, se encontraba establecido con un pequeño grupo de familias, en tierras cercanas al río.


Una tarde, el ladrido desenfadado de los perros, lo sacó de sus labores. La inesperada llegada de un chasqui, portando la orden de reunir oro para el rescate de Atahualpa, le impondría un gran desafío.


"Carmen Jofré"
carboncillo de Fidel Roig Matons

Su vida sedentaria y tranquila, se vio alterada por esta consigna, ya que sabía de agricultura, caza, pesca, cestería y riego, pero sus conocimientos sobre la minería, eran escasos.


No obstante, convocó a su gente para reunir el precioso metal, disperso en los arroyos y ríos andinos.


A medida que encontraban pepitas y piedras con restos de oro, las almacenaban en bolsas, confeccionadas con cueros del cogote del guanaco, para luego trasladarlas hasta Cajamarca, el Pueblo de las Espinas (quechua: Kasha: espina, Marka: pueblo).


Y así fueron transcurriendo los días. Pasó el verano primero, el otoño después y con la llegada del invierno, las bolsas con la preciosa carga, estuvieron dispuestas para ser transportadas al Perú.



Despuntaba el alba, cuando iniciaron el largo viaje. El gran peso del metal sobre sus espaldas, les impedía agilizar el paso y sólo los animaba el deseo de llegar al Qhapaq Ñan, camino que los conduciría al centro del Imperio Inca.


Río Mendoza, en la quebrada de Cacheuta.
Fue durante las primeras jornadas de marcha, que iban desde el "Valle de Huantata" hasta "Las Vertientes de Agua Caliente", que un malón de araucanos, enterados de la valiosa carga que transportaban, se emboscaron en una de las quebradas y los atacaron.

El cacique, viendo la superioridad enemiga y la indefensión de su gente, les pidió a sus hombres, que con un último esfuerzo ocultaran el oro de los malhechores.


La batalla fue breve. Cuando cayó el último de los hombres de Cacheuta, los araucanos dando gritos y alaridos de victoria, se entregaron a la búsqueda del metal, tarea que no les demandó mucho tiempo, por cuanto la tierra donde estaba enterrado, había sido removida recientemente.


Cuán grande sería su sorpresa, cuando luego de practicar un gran hoyo en el suelo, comenzaron a brotar poderosos chorros de agua caliente, que les cayeron encima, hasta exterminarlos.


Hay quienes dicen, que fue la justicia de Cacheuta, por las vidas cobradas ese día; otros, que fue Pachamama, indignada porque el oro estaba destinado al rescate, de uno de los hijos del sol: Atahualpa.


Lo cierto fue, que con el transcurrir de los años, el paraje heredó el nombre del valeroso cacique y hoy como testimonio de aquellas duras jornadas, las aguas termales continúan fluyendo, pero esta vez, con poderes sanadores.





Otras historias, mitos y ...


Como siempre, cuando ocurren hechos tan singulares como este, nacen otras historias, mitos y leyendas.


Hay quienes comentan, que cuando Cacheuta se encaminaba hacia el Qhapaq Ñam, un chasqui que corría por una de las veredas, le informó que los españoles le habían dado fin a Atahualpa, por lo que dispuso que los cueros con la pesada carga fueran abandonados en el lugar, para emprender el regreso a sus tierras.


Cueva en de la Quebrada de Cacheuta 2019

Y así nació el mito, sobre el posible destino del oro...


Hubo quien aseguraba, que fue enterrado cerca de unas vertientes de agua caliente, en la otra vera del río, frente a dos grandes rocas llamadas "Las Petacas"[3] y otros, que quedó abandonado en una cueva escondida de los alrededores.


No falta el que señala que años después, con la llegada de las encomiendas españolas, un huarpe le contó la historia a un cura encomendero y este, comenzó la búsqueda entre las "Aguas del Corral" y los "Baños de la Punta del Río" (denominaciones españolas de la zona), hasta que finalmente halló el tesoro y nunca más se supo de él.




El cautiverio de Atahualpa


Atahualpa estuvo preso 252 días, desde el miércoles 16 de noviembre de 1532, hasta el miércoles 26 de julio de 1533, fecha en que fue ejecutado.


Había reunido el oro de su rescate, no obstante, se le dio a elegir entre morir quemado en la hoguera sirviendo a su dios, o ahorcado, si se convertía al cristianismo, por lo que tras aceptar la segunda opción, fue bautizado con el nombre de Francisco.


A los cargos de conspiración, idolatría, fratricidio, poligamia, traición e incesto, se le agregó el de apóstata[4], por su última decisión.


Murió estrangulado en un  poste, ubicado en el centro de la plaza de Cajamarca.


Tras su muerte, comenzaba la caída del Imperio Inca.




Toponimia de CACHEUTA


"Los estudios toponímicos ya realizados en la lengua de nuestros naturales, no definen el significado del nombre Cacheuta, pero si tenemos en cuenta que los indios al hablar pronunciaban en forma separada las sílabas, encontramos que la palabra Cacheuta es compuesta de ca- che y uta, por lo que ca o ka, en lengua indígena de los indios huarpes e incaicos pertenece al adverbio otro u otra, che es gente o persona y uta es valle o lugar, por lo que el significado de Cacheuta sería: Otro de los valles o lugares donde se reúne la gente". 

Toponimias de Juan Isidro Maza.



Por otra parte, buscando en diccionarios del idioma Huarpe Millcayac y Allentiac, se puede encontrar la expresión: Cach uta (Milcayac) y Cach utu (Allentiac), cuyo significado es, "tu casa o lugar". Compuesto de "cach", tuyo y "uta o utu", casa o lugar, respectivamente.




Con el deseo que hayan disfrutado de la leyenda, me despido con un fuerte abrazo, esperanzado en que la vida, siempre nos brinde, buenos senderos para andar.





Como llegar al Puente Colgante,
 con Google Maps







[1] Atahualpa (ata-w wallpa): del idioma puquina, lengua usada por la nobleza inca.  Ata-w: señalado o elegido y wallpa: diligente, aplicado.

[2] Sapa Inca: supremo emperador del Tahuantinsuyo. Los cronistas cuentan que también era llamado Intipchurin, “hijo del Sol”.

[3] petaca (RAE): arca de cuero, o de madera o mimbres con cubierta de piel a propósito, para formar el tercio de la carga de una caballería. Se ha usado mucho en América.

[4] apóstata: persona que abandona sus ideales o su religión públicamente para seguir otros diferentes.




Otros temas que quizás te puedan interesar:
 
* Cerro PUNTA NEGRA, leyenda mendocina.

* Leyenda del ACONCAGUA.

* Tambo incaico TAMBILLITOS.

Preservar el patrimonio cultural y las tradiciones, constituyen los únicos caminos posibles, para mantener vigente la historia de nuestros orígenes.


Copyright © 2015 Huellas Cuyanas