LOS CHOICANOS - Leyenda mendocina

Base del Campamento Minero "Las Choicas"
(Fines del siglo XIX) 


Por: Enrique Guerrero.


La Cordillera de Los Andes, atesora sobre el lado chileno, una gran cantidad de volcanes, de todos ellos, hoy nos ocupa uno que se encuentra frente a la localidad malargüina de Las Choicas, muy cercano a los límites de nuestra provincia.


Tinguirrica, tal es su nombre, tiene varias acepciones de origen araucano y van desde la toponimia más popular, “Zorro yerto de frío” (Thün-ngerü-rican), hasta la más curiosa o quizás debería decir extraordinaria, que define un antiguo diccionario jesuita, del siglo XVIII.


“Tigiri-ca”, cuyo significado es "otros enanos" (tigiri: enanos, ca: otros).


Los-choicanos
Cnel. Manuel J. Olascoaga

El coronel Manuel José Olascoaga, profundo conocedor de la geografía mendocina y patagónica, pionero del andinismo argentino, por sus ascensiones a algunos cerros, con mero carácter deportivo (febrero de 1882), ha dejado testimonio de este pueblo en uno de sus libros[1].

 

Aunque muchos años antes, los primeros conquistadores españoles que llegaron a nuestras tierras y se encontraban asentados a orillas del Río de la Plata, ya habían oído relatos sobre estas gentes, de boca de los "querandíes o puelches"[2], a los que le negaban toda credibilidad.



Como es de suponer, la leyenda tuvo una difusión extraordinaria en las serranías malargüinas, de mediados del siglo XVIII, hasta principios del XX. Fue tanta que aún hoy, persiste entre la población minera del lugar, el hábito supersticioso de realizar ofrendas y solicitar permiso al espíritu de los "choicanos", antes de extraer el metal de las minas y arroyos.





Los "choicanos"


Adaptación: Enrique Guerrero.


"Los Choicanos"


Cuentan que en tiempos remotos, existió una tribu de gente menuda, que habitaba las faldas del cerro Las Choicas[3] y las márgenes de los arroyos La Línea, Las Choicas y otros cursos menores, que volcaban sus aguas en el arroyo Del Quesero.


Vivían en cavernas y túneles subterráneos, que la lava de los volcanes había construido, en su andar por la pendiente de los cerros.


Los "choicanos", como se los conocía, constituían un pueblo de costumbres sencillas y habían heredado ese extraño nombre, que deriva de "choique", por una mutilación que se autoinfligían, en determinadas ocasiones.


Cada vez que algún familiar directo moría, o un dolor afligía al clan, se amputaban un dedo del pie en señal de luto y memoria, quedando a veces con dos o tres dedos en cada extremidad, lo que les daba el aspecto de patas de ñandú o quizás debiera decir, de "cheuque o choique", nombre dado por los araucanos a esta ave.


Se alimentaban de las abundancias que la zona les brindaba. Cosechaban semillas y vegetales del cercano Valle Hermoso y capturaban animales silvestres, que mantenían alojados en corrales y galerías subterráneas hasta su faena, por cuánto no habían aprendido a labrar la tierra.


Su vida por entero estaba entregada a la minería. Pasaban días, meses y años,  extrayendo metales de las minas, sin ningún afán de enriquecerse. El cobre, el oro y la plata así obtenidos, tenían por destino un fin mayor, la defensa del pueblo.


Con él fabricaban proyectiles, que arrojaban certeramente con sus hondas y eran empleados para repeler los embates de las tribus, que llegadas del oeste, ambicionaban sus tierras y las riquezas que estas guardaban.



Tras cada batalla, los enemigos retiraban los pesados cuerpos de los caídos en combate, con la sola intención de extraer los valiosos proyectiles, con los que los choicanos se habían defendido.


Y fue así, hasta que un día cansados de batallar, idearon un siniestro plan. Sitiaron la aldea choicana con una muralla de piedras y pizarras, dejando a los hombrecitos totalmente aislados, de sus fuentes de alimentos.


Cuenta la leyenda, que al no poder transponer el muro por su baja estatura y al habérseles agotado todas las provisiones que almacenaban, terminaron extinguiéndose.


Aunque hay quienes afirman, que astutamente escaparon del cerco y viven lejos de la vista de la gente, en algún lugar remoto de nuestra cordillera.




Aún hoy, después de tantos años, mineros y pastores que acampan en los alrededores de Las Choicas, comentan que en las noches serenas, suelen escucharse extraños ruidos subterráneos. Se asemejan al producido por el cencerro de una cabra madrina, a la que le precede el paso agitado del rebaño.

Tal vez sean los choicanos, que se alejan de la gente extraña, que visita las legendarias tierras de sus antepasados.






Las Choicas


otros antecedentes

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Imágen satelital con la ubicación relativa del cerro Las Choicas.
(Imagen Google Earth)
Latitud:    34°56'32.01"S

Longitud: 70°15'58.10"w


El cerro Las Choicas, de 3.837 m s.n.m., se encuentra ubicado a 6 km al este del límite fronterizo con Chile, en el Departamento de Malargüe.


Respecto a la abundancia de cobre (Cu) y plata (Ag) en la zona de Las Choicas, y la explotación clandestina y saqueo por parte de empresarios chilenos, menciona el Coronel Manuel J. Olascoaga:


..."Cuando conocí este lugar, estaba abierta y en activa explotación, sin ningún conocimiento de las autoridades de Mendoza, una rica mina que regenteaba como mayordomo un señor Bobadilla, el mismo que trabajó después en las minas de Lihué-Calel, en la Pampa.

El boquerón abierto en la Choyca ofrecía a la simple vista, en el piso y sus paredes, los filones de cobre nativo puesto de manifiesto por el roce de las carretillas y los capachos. Todas las semanas salían para la inmediata provincia chilena de Curicó, cincuenta o más mulas cargadas de metal, que retornaban con mercaderías.

Debí dar cuenta de este hecho al gobierno de Mendoza, y éste mandó un comisario a la Choyca para regularizar el procedimiento, imponiendo los derechos de la provincia. Los empresarios chilenos desconocieron la autoridad del comisario, y cuando éste se dispuso a hacerla respetar de hecho, declararon suspendido el trabajo de la mina, y en su presencia reunieron y despidieron a los capataces y peones".


TOPOGRAFÍA ANDINA de Manuel J. Olascoaga, edición 1901.


Si uno observa una antigua carta topográfica, levantada por el Instituto Geográfico Militar (IGM) en 1947, sobre la zona del Cerro Risco Plateado, podrá notar que en los alrededores del cerro Las Choicas, aparecen viejos emprendimientos mineros, tales como los de Las Choicas, El Águila y El Burro, con el signo cartográfico de minería, especificando la explotación de "cobre" (Cu), siendo quizás estas minas, a las que se refiere el coronel José Olascoaga en su libro.


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Minas de cobre, en los alrededores de Las Choicas.
Carta topográfica del Instituto Geográfico Militar (IGM)


Entre las cartas citadas por Eduardo Madero en la "Historia de Puerto de Buenos Aires", se puede leer una crónica escrita en castellano antiguo, donde un colonizador relata que los querandíes, les hablaban de gentes que tenían pies de avestruz y vivían en unas sierras, tras las cuales se hallaba el mar, ¿podrá ser la actual Mendoza?


..."estos nos dieron. mucha Relaçion de la sierra y del blanco. como aRiba digo y de vna jeneraçion con quien ellos, contratan que de la Rodilla abajo que tienen, los Pies(31)de abestruz. y tanbien dixeron de. otras jeneraçiones estrañas á nra. natura lo qual por parezer cosa de fabula. no lo escribo. estos nos dixeron que de la otra parte de la sierra confinaba la mar"...


"(31) A juzgar por esto, los querandies eran chanceros: mejor será suponer que los españoles no les entendieron; ó que aquellos se referían á la bárbara costumbre de algunas tribus de irse cortando dedos de los pies (quedando á veces con solo dos dedos) cuando morían deudos inmediatos".


"Historia del Puerto de Buenos Aires" de Eduardo Madero.(Apéndice N° 8, carta de Luiz Ramírez,10 de julio de 1528)

 

Por su parte Enrique de Gandia en su libro "Historia crítica de los mitos de la conquista americana" (20/9/1929), comenta que Sebastián Gaboto tuvo noticias de este pueblo, cita el libro de Eduardo Madero y las cartas de Luis Ramirez, agregando otro dato por demás curioso:


 el "P. Pedro Lozano, en su "Descripción chorográfica... del Gran Chaco" (cap. XI), dice: " ..los Mataguayos, que dieron esta relación. Cullus; que explicaban en la lengua quichoa con el nombre Suripchaquin[4], que es en nuestro castellano lo mismo que pies de avestruz..." 




Fuera de la leyenda y las reseñas mencionadas, no se tienen datos concretos, que permitan suponer la existencia de este pueblo.


Sin embargo, la toponimia del volcán Tinguirrica (Chile), ubicado a 15 km al noroeste de Las Choicas; los relatos del coronel Olascoaga sobre la existencia de grandes yacimientos de cobre y plata, los de un originario sobre los "enanos de las choicas"; la  Carta Topográfica del IGM, referenciando la existencia de minas de cobre en la zona, las cartas de los españoles del s. XVI, citadas por Eduardo Madero y la descripción de los Mataguayos, citada por Enrique de Gandia, nos plantean una serie de interrogantes, que entreabren una pequeña ventanita, a la posibilidad de que ciertamente existieran o lo que sería mejor... 


¡Que los "choicanos", aún existan!

 



 

 

[1] Topografía Andina, de Manuel José Olascoaga, edición 1901. Manuel José Olascoaga, Coronel Mayor del Ejército Argentino, (26/10/1835 - 27/06/1911), nacido en Mendoza.

[2] puelches: (araucano) "gente del este". Puel: este, che: gente.

[3] Las Choicas: castellanizado de cheuque o choique (araucano), nombre dado al ñandú.

[4] Suripchaquin (Quechua): suri: ñandú, chaki: pie, pata.




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Preservar el patrimonio cultural y las tradiciones, constituyen los únicos caminos posibles, para mantener vigente la historia de nuestros orígenes.


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