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BOSQUES TELTECA Y ALTOS LIMPIOS

Ingreso al sendero temático "Conociendo el Telteca".



Reserva Natural y Cultural "Bosques Telteca"

 

Sendero Temático:  "Conociendo el Telteca" y "Los Altos Limpios".


Ambiente: Ecorregión de monte, con influencia chaqueña.


Punto de Partida:  Seccional de Guardaparques "El Pichón".


Recorrido: 1 km, dentro de la reserva y 1,6 km, en las dunas.


Dificultad:  baja. Ideal para hacer con niños de todas las edades.


Ambos recorridos son circulares y finalizan en el punto de partida.



* No hay señal de telefonía celular.



EQUIPO NECESARIO:

 

Equipo de hidratación (no hay agua en todo el sendero), comida de marcha (barritas de cereales), zapatillas de senderismo, ropa cómoda, gorro, protector solar, lentes ahumados con protección UV, máquina fotográfica (obligado).


IMPORTANTE: Llevar bolsas de residuos, para depositar todos los desperdicios y desecharlos convenientemente, cuando estemos en casa.



Por: Enrique Guerrero.

El día fresco, nublado y con una persistente brisa suave, nos auguraba una bella jornada en el Bosque Telteca y los Altos limpios. Salimos rayando el mediodía, con la idea de hacer senderismo familiar y jugar en los médanos de arena. 


Me acompañaban seis de mis diez nietos, Federica, Morena, Pedro, Francisco, Juliana y el pequeño Benicio, notándose la ausencia de Priscila, Calel, Inara y Logan, que no pudieron acompañarnos.


Los 113 km que llevó el viaje hasta la Seccional de Guardaparques "El Pichón", se hicieron amenos y transcurrieron entre charlas y risas por las ocurrencias de los pequeños, a las que se sumaban alguna que otra factura o "tortita", compartida a orillas de la ruta. 


Aunque el camino en general está en buen estado, algunos cruces pocos señalizados de la RN 142, exigen estar atentos, porque pueden como nos ocurrió, conducirlos a otro lado. Claro que después de algunas preguntas a la gente del lugar, todo se resolvió rápido y  satisfactoriamente.


Beni (2), More (14), Pedro (8), Juli (5) y Fran (6) y  atrás Yo (+14)
(de izq. a der.)




Reserva Natural Bosques Telteca


(Lavalle)


bosque-Telteca
Reserva Natural y Cultural, Bosques Telteca

Latitud:  32°22'56.58"S

Longitud:  68° 3'17.88"W

Altura: 603 m s.n.m.


Tan pronto llegamos a la Seccional de Guardaparques El Pichón, salió a nuestro encuentro Mauricio, quien tras darnos la bienvenida y asentar nuestro ingreso a la Reserva Natural y Cultural, nos proporcionó toda la información que necesitábamos, para adaptar nuestro recorrido, a las posibilidades de los más pequeños.


El nombre de la reserva deriva del idioma huarpe, del vocablo Chrein o Teñc: maduro y Chreca o Teca: fruto o semilla y se interpreta como "fruto maduro", posiblemente de algarrobo, por  cuánto constituía el alimento básico de estas poblaciones originarias.


Cuando se ingresa a un Parque Nacional, Provincial o Área Natural Protegida, es conveniente registrarse en la Estación de Guardaparques y exponer el recorrido y hora estimada de egreso. Tal situación puede favorecernos, en caso de que algún imprevisto, nos dificulte la llegada.

El Guardaparque, Mauricio Flores.

También nos informó que la reserva cuenta con varios senderos, con distintos grados de dificultad, que van desde los 2,5 a los 9 km, debidamente marcados, zona para acampar, centro de interpretación, churrasqueras, mesas y bancos, para un reducido grupo de familias, juegos para niños, baños públicos y muchas sorpresas más.


RESERVA BOSQUES TELTECA

 

Telteca no es un desierto, es un tesoro escondido

 

Donde el conquistador español sólo pudo ver un ambiente hostil, los restos arqueológicos del hombre autóctono y las poblaciones actuales nos dan muestras de su adaptación y aprovechamiento del medio.

Porque Telteca contiene un invalorable universo de flora y fauna, en un paisaje de singular belleza.... Te invitamos a descubrir esta magnífica reserva.


Leyenda al ingreso, del Centro de Interpretación. 





Telteca (huarpe): fruto maduro de algarrobo


El punto de partida fue el sendero temático, "Conociendo el Telteca". Un recorrido de casi un kilómetro, durante el cuál "el amigo huarpe y su ñandú", nos fueron familiarizando con los habitantes de este pequeño bosque.


Vistosos carteles, nos ilustran sobre la intimidad del monte.

La senda se interna por un monte de comunidades aisladas de jarillas, retamos, chañares, jume, vidriera y zampa


bosque-Telteca
Sendero Conociendo el Telteca.

Está prolijamente demarcado con troncos de algarrobo y tiene un recorrido que resulta atractivo y despierta el interés y la curiosidad, de grandes y chicos.

Recordar no salirse del sendero, para no provocar una erosión innecesaria del suelo o destruir con nuestros pasos, a la pequeña vegetación que lucha por sobrevivir, en un ambiente tan extremo.


La marcha transcurrió con la alegría de los más pequeños que buscaban descubrir nuevos carteles temáticos o los animales, que se escondían en una sopa de letras, que anunciaba el final del camino.


A la salida del sendero, nos esperaba un viaje en el tiempo, que nos transportaría hasta una vivienda típica de un puestero, construida con los elementos que le proveía el monte.


More junto a un carro "leñero".

El museo a cielo abierto: “El hombre y la naturaleza", con sus construcciones, medios de movilidad, elementos domésticos y tradicionales, recrean con mucha fidelidad, el estilo de vida de una de las tantas familias originarias, que se asentaban en el secano.


Bajo la ramada una batea de amasar, un mortero
 y al fondo, una "troja" (conservadora de alimentos).

Todos los elementos del puesto típico, han sido tan bien recreados, que transforman el andar por los distintos espacios que lo componen, en una agradable paseo por el costumbrismo local.




Altos  Limpios


Reserva Natural Bosques Telteca


Ingreso a los Altos Limpios, acompañado por mi nieta Federica.

Latitud:  32°22'20.52"S

Longitud:  68° 1'53.34"W

Altura: 543 msnm.


Después de hidratarnos, comer unos ricos sándwiches y charlar un poco sobre la jornada vivida, no dirigimos a los Altos Limpios, distante a 2,5 km, siguiendo por la RN142.


Fran, Juli y Beni, rodando en el médano.

Coincidiendo con nosotros, una gran cantidad de personas se habían volcado a las dunas, con la intención de pasar el día.


Los chicos se divertían de mil formas, ante la atenta mirada nuestra, que por momentos se escapaba, sobrevolando la inmensidad de los médanos.


"Fran" subiendo una duna.
La arena que durante los días ventosos camina, hoy se había sosegado y alfombraba los juegos de chicos y grandes.


Algunos hacían  "sandboarding" descendiendo las dunas en tablas, otros rodaban, caminaban o disfrutaban de unos mates en la tranquilidad del desierto.


Pedro corre, mientras Fran juega con el "junquillo".

Los médanos cubren una superficie de 36 ha aproximadamente, y suelen alcanzar una altura de más de 15 m, respecto a la ruta.


La amplitud térmica es considerable y va desde los 48° en verano, hasta los -10° C en invierno, motivo por el cual, no es aconsejable ir en la época calurosa.


Junquillo o Junco: esta especie colabora con la consolidación de los médanos, por su rápido crecimiento, altura y resistencia a la sequía. Los huarpes mendocinos se valían de las delgadas hojas de esta especie, que puede llegar al 1,50 m de altura, para confeccionar canastillas, cestas y vasos para uso doméstico, además de darle uso medicinal, como diurético.


Las rositas del desierto


bosque-Telteca
Pachango, flor de hierro, flor de tierra o huáchar
(Prosopanche americana)


A la sombra de un algarrobo solitario, las flores emergen silenciosas, como pequeñas rosas del secano lavallino. Las envuelve una suave fragancia, similar a la de la banana, aunque su imagen misteriosa y tosca, de color herrumbroso, hacen que vernáculamente se las llame flor de hierro, de tierra, pachango o huáchar.


Es una planta holoparásita, que se vale de órganos succionadores llamados "haustorios", que atacan las raíces del algarrobo dulce, para extraer la savia elaborada, de la que se sirve para alimentarse. 


La mayor parte del ciclo de vida es subterránea y solo se manifiesta en la superficie de la tierra, unas pocas semanas, durante el periodo de floración y fructificación. Sus pétalos son de consistencia leñosa y el fruto es comestible, aunque posee propiedades astringentes.


En nuestra provincia, elige particularmente los árboles del género prosopis, del cual forman parte una amplia variedad de algarrobos y alpatacos. No posee hojas para realizar fotosíntesis, razón por la cual, se vale de la savia de los hospedantes.


Reconocimiento de la Municipalidad de Lavalle.


Por Ley 5061, el 26 de noviembre de 1985, el Senado y la Cámara de Diputados de la Provincia de Mendoza, declaran Área Natural Protegida en el marco de la Ley Nº 6.045 con las categorías de Reserva Natural Cultural y Reserva Natural Manejada / Santuario de Fauna y Flora a los predios que se ubican en el Departamento Lavalle, Zona Telteca y en una superficie de veinte mil cuatrocientas hectáreas (20.400 ha).



Nuestro especial agradecimiento y reconocimiento por la excelente labor que desempeñan, a los Guardaparques de la Seccional "El Pichón", Mauricio Flores y Leandro Muñoz. Dos amigos, dispuestos a disipar las dudas que aparecen, cuando se tiene el placer de visitar estos bellos rincones.


La Reserva Bosques Telteca y Altos Limpios, está abierta al público, los 365 días del año.


Desde el 1 de abril hasta el 31 de octubre, de 09:00 a 19:00 hs., para público en general, senderistas y visitas educativas "con turno".


Desde el 01 de noviembre hasta 31 de marzo, finaliza la actividad educativa y se restringe el ingreso a los senderos más extensos, no así a la Seccional de Guardaparques el Pichón y Los Altos Limpios.




Anochecía cuando regresábamos y para sorpresa nuestra, los chicos que pensábamos dormirían durante el viaje, estuvieron expectantes todo el camino.


La salida de senderismo familiar, construyó una experiencia inolvidable. Los momentos vividos en un entorno natural, aportaron un caudal de energías, que seguramente dejarán huellas de felicidad, en cada uno de nosotros.


Es una experiencia para recomendar y poner en práctica, en cualquier escenario natural, de los que cuenta nuestra bella provincia. No hay que ir muy lejos, solamente, hay que ir...

 

Me despido con un abrazo fraterno y el deseo de que la vida, nos brinde buenos senderos para andar.





Como llegar
con Google Maps







Otros temas que quizás te puedan interesar:


 

* Puente del Inca, Monumento Natural Provincial.


* Reserva Natural "Laguna del Diamante".


* Área Natural Protegida, Manzano Histórico - Portillo de Piuquenes.


Preservar el patrimonio cultural, histórico y natural de la Provincia de Mendoza, constituye una obligación ineludible para quienes tenemos aún, el privilegio de observar testimonios, de los esfuerzos realizados por el hombre o la naturaleza, a lo largo muchos siglos.


LEYENDA DEL ORO PERDIDO EN LA MONTAÑA

Ruinas de las Minas Jesuitas de Paramillos



El oro del Rey


Adaptación: Enrique Guerrero


No es ningún secreto, que durante el periodo colonial español, entre los s. XVII y XVIII, el oro y la plata extraídos en las minas de Uspallata, eran trasladados a la Casa de la Moneda en Santiago de Chile, para el acuño de doblones.


Nave "Victoria" de la flota de Magallanes-El Cano

Tarea tras la cual, volvían al Virreinato del Río de la Plata, a través de la Cordillera de Los Andes


La elección de tal ruta, ofrecía un recorrido más corto y seguro, que el proporcionado por un viaje en barco, a través del Estrecho de Magallanes


Una vez en Buenos Aires, partían para España, por la Ruta Marítima del Atlántico.



1793

Nace la historia...


La última semana de  1793, una importante remesa de doblones de oro, recientemente acuñados en la Casa de la Moneda (Chile), partieron con destino a la ciudad de Mendoza.


Como eran propiedad de Carlos IV, rey de España, debían atravesar una larga y rigurosa serie de controles, debido a la importancia del envío y al largo viaje que tenían por delante.


El desafío más grande, residía en el cruce de la Cordillera de Los Andes a lomo de mula, ya que después, les esperaba un largo y tedioso viaje a Buenos Aires, en pesados carros tirados por bueyes.


"Apunte para cuadro de composición"
Fidel Roig Matóns

Las monedas fueron pesadas, contadas y asentadas en un acta, y posteriormente almacenadas en fuertes zurrones[1] de cuero, tarea tras la cual, se los encadenó y lacró con el sello real, para garantizar su inviolabilidad.


Una vez finalizados los controles, los valores fueron entregados al capataz de los arrieros, para que se hiciera cargo de la seguridad y el traslado. 


La gente balanceó, distribuyó y aseguró el precioso cargamento sobre el lomo de los animales, colocando al frente de la recua[2], la "yegua madrina", con un ruidoso cencerro colgado al pescuezo, cuyo sonido  mantendría unidos a los mulares, durante la travesía.


La arria[3] estaba compuesta por cinco mulas "silleras", veintiocho de carga  perfectamente "entabladas", es decir, acostumbradas a andar juntas y la "madrina"


Dos arrieros abrían camino, dos cerraban la columna para evitar que se perdiera o retrasara algún animal y uno, iba y venía recorriendo la larga fila, verificando que la carga estuviera ordenada y no se hubiera aflojado ningún bulto, oficiando las veces de marucho[4], cuando hacían real[5].


Durante el viaje por la banda chilena, los acompañó el buen tiempo, situación que les permitió hacer altos en el camino, controlar la carga y descansar regularmente.


Las penurias comenzarían, al cruzar el portillo del cerro Santa Elena, que marcaba el ingreso al territorio mendocino. Un gran temporal de nieve se abalanzó sobre ellos, apenas ingresaron al Paso de Uspallata,  poniendo en serio riesgo sus vidas y el cargamento. 


Cuando creían que todo estaba perdido, al bajar una cuesta divisaron sobre un alto, el perfil de la Casucha del Rey, Paramillos de Las Cuevas.


Casucha del Rey, 
 Paramillo de las Cuevas

El refugio aún contaba con leña y provisiones, de las dejadas para el correo, el otoño pasado.


Como la tormenta no amainaba y el charqui[6] daba vueltas en el caldo sin ablandarse, unos chifles[7] de aguardiente,  fueron la excusa perfecta para pasar el rato junto al calor de las brasas.

La nevada continuó durante toda la noche y parte del día siguiente. El charquicán[8] que había sobrado de la cena, el licor y el amparo que les ofrecía el refugio del frío, los mantuvo entretenidos hasta que se despejó.

Atardecía y con los últimos rayos de sol, se apresuraron a cargar los bultos sobre la arria de mulas, para recuperar parte del tiempo perdido y partieron al anochecer, iluminados por la pálida luna menguante.

Desobedeciendo lo ordenado por el capataz, los rezagados, amparados por la oscuridad, se empinaban cada tanto un trago de aguardiente, tentación que se repitió durante toda la madrugada.

Con las primeras luces del alba, perplejos descubrieron la falta de algunos bultos, que debieron caerse durante la marcha nocturna, lo que originó serias discusiones entre el capataz y los arrieros, para determinar las responsabilidades por lo acontecido. 

Como regresar en su búsqueda ya no sería posible, por la inestabilidad del tiempo, continuaron lo que restó del camino, entre avivadas discusiones.





1794

Tras llegar a la ciudad de Mendoza, los primeros días de enero, se dirigieron a la Aduana, donde luego de relatar lo sucedido, fueron sumariados y encarcelados en el Cabildo, hasta tanto tomara cartas en el asunto, el Virreinato del Río de la Plata.

"Antigua Plaza Matríz de Mendoza"
Archivo General de la Provincia de Mendoza

Cuando la noticia llegó a oídos del virrey, Nicolás de Arredondo, le ordenó a Manuel Belgrano, primer secretario del Real Consulado de Comercio de Buenos Aires (1794), que comisionara con urgencia a un hombre, para que investigue y encuentre el oro perdido en la montaña.

"Mendoza"
dibujo de Johann Moritz Rugendas (XIX)
 
Después de un tiempo, la persona comisionada por Belgrano, llegó a Mendoza e interrogó en varias ocasiones a los arrieros y de las declaraciones de estos, determinó que si la carga realmente se había  perdido, debió ser en algún punto comprendido entre Punta de Vacas y Las polvaredas.

Realizó varias incursiones por la zona, sin encontrar rastro alguno de las monedas, por lo que pasado un par de meses y ante la infructuosa búsqueda, dio por finalizada la investigación, elaboró un informe y volvió a Buenos Aires.





La leyenda del oro perdido



Pasaron los años y una tarde, mientras una copiosa nevada se abatía sobre la localidad de Uspallata, un abuelo que buscaba entretener a sus nietos, recordó la historia del oro perdido en la montaña

Los reunió frente al calor del hogar y se las relató, tal como su padre lo había hecho con él. Uno de los pequeños se incorporó y se dirigió a la ventana, donde permaneció callado por un largo rato, embelesado con los copos de nieve que caían sin cesar.

Las llamas cambiaban de coloración iluminando tímidamente la sala y los silencios, eran solamente superados, por el crepitar de los leños que ardían...

Con el tiempo, ese niño creció y se convirtió en un hombre. 

Un día sin saber cómo, se encontró recorriendo la vera norte del río Mendoza, en la zona de Peñón Rajado, un paraje que media entre Punta de Vacas y Polvaredas. En sus ojos aún brillaban las chispas del fuego, encendido aquella tarde invernal y en sus oídos, la voz trémula del abuelo, narraba como un arrullo remoto la historia una y otra vez.

Iba y venía, mirando aquí y allá. Hasta que en una de las tantas pasadas, descubrió que entre los pasos dejados el día anterior, sobresalía un objeto oscuro, de forma circular, que se diferenciaba claramente del entorno. Con cierta vacilación, se reclinó y lo tomó en su mano, para observarlo con mayor detenimiento. 

Doblón español
De pronto, empujado por un extraño impulso, comenzó a refregarlo con insistencia contra una roca áspera, hasta quedar inmóvil, como si estuviera extenuado. La sorpresa lo había paralizado.

El sol se reflejaba en el metal, arrancando haces de luces doradas, que hasta pocos momentos antes, descansaban en la solitaria arena andina.

Con desesperación se dejó caer sobre el suelo y comenzó  hurgar la arena con los dedos, hasta que aparecieron muchas monedas más.

Estaba claro que había dado con el tesoro perdido o al menos, con una parte de él.

Esa noche no pudo dormir. La codicia se escurría entre el cansancio y los pensamientos, despertando una fascinante seducción, que convertía a las monedas halladas en insuficientes, por lo que ideó la forma de establecerse provisoriamente en el lugar, para continuar la búsqueda.

Un socavón en la barranca del río, ofició de vivac para la aventura que estaba dispuesto a emprender. Pasaron los días y encontró unas pocas monedas más, hasta que una mañana despertó enfermo. Como no podía cargar el oro, lo enterró junto a una gran roca y emprendió el regreso a Uspallata, para que lo atendiera el médico. 

La mala alimentación y las noches frías, habían afectado seriamente su salud.

Estuvo internado una semana, hasta que finalmente murió. A uno de los enfermeros le confidenció el hallazgo, pero nunca le mencionó el lugar, donde había enterrado el tesoro.

Y a partir de entonces, la historia de las monedas de oro fue rodando de boca en boca, hasta que con los años, se convirtió en leyenda.



En ocasiones me pregunto si las monedas, aún permanecerán enterradas o perdidas. 


Por momentos me asaltan muchas conjeturas, tal vez, porque pequeñas chispas de incredulidad, se empeñan en negar que haya sido posible tal pérdida y por consiguiente el hallazgo.


Pero, ¿y si fue así y aquel niño que observaba la nevada, realmente las encontró y las volvió a enterrar y aún aguardan al elegido, que las saque al sol del siglo XXI...


Con esta sorprendente posibilidad, me despido con un abrazo fraterno y el deseo de que la vida, nos brinde buenos senderos para andar.





 

[1] zurrón (RAE): bolsa grande de cuero que usan los pastores, cualquier bolsa de cuero para carga.

[2] recua (RAE): conjunto de animales de carga, que sirve para trajinar, (coloq.) multitud de cosas que van o siguen unas detrás de otras.

[3] arria: conjunto de mulas de carga

[4] marucho: era el encargado de  cuidar los bueyes o mulas, cuando se hacía un alto en la marcha, para comer y dormir o para refugiarse de las tormentas.

[5] real o "rial" (español coloquial): paraje elegido para hacer un alto o estadía pasajera, durante la marcha. 

[6] charqui: (quechua: ch'arki): carne secada al sol con sal.

[7] chifle: recipiente para llevar agua, hecho con asta, por lo general de buey.  por su gran tamaño, lo que permite disponer de una gran capacidad. Convenientemente vaciado de impurezas, limpio y seco, se tapona sólidamente con madera (a veces forrada con plata) la base del cuerno, es decir la parte más gruesa y con un pequeño tapón o espita la extremidad más fina, luego de perforarla para que sirva de pico.
[8] charquicán: con posibles raíces quechuas "ch'arki: carne salada y secada a sol, y kanka: asado". Guiso con charqui, ají, cebolla y verduras de época.






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