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LEYENDA DEL ACONCAGUA

"El Aconcagua desde el espinacito" de Fidel Roig Matóns 
Estudio para el cuadro "San Martín y su Estado Mayor presencian el paso de las tropas
 por el Espinacito", (óleo sobre terciada 39x29 cm).


Las leyendas con sus místicos encantos, se abren paso por las puertas y ventanas de la imaginación, para transportar nuestra mirada a un mundo fantástico, donde todo es posible.

Adaptarlas y dotarlas de un nuevo colorido, la mayoría de las veces implica una gran responsabilidad, por la prudencia que exige el relato de todas esas situaciones delicadas que, a lo largo de los años, fueron forjando nuestra identidad andina o cuyana.

Los descendientes de los pueblos originarios huarpes que habitan el norte de Mendoza, no aceptan que a su tierra se la llame "desierto", cuyo significado es despoblado o deshabitado. Ellos prefieren llamarla "secano", denominación dada a los terrenos de cultivo que no tienen riego y sólo se benefician con el agua de lluvia.

En ese entorno nacieron bellas leyendas y mitos, que hablan del hombre y su esfuerzo por cambiar el destino sediento de la tierra.

Tal vez esta, sea uno de ellas...


Cordillera de los Andes


La cordillera de los Andes, tiene una extensión de 7.240 km, constituyendo la cadena montañosa más extensa del planeta.

Topografía de América del Sur.
Su presencia forma parte del paisaje natural de Argentina, Perú, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Venezuela.

Nace en las tibias aguas del Mar del Caribe y va bordeando el Océano Pacifico, hasta perderse en las frías aguas del Atlántico Sur, al este de la Isla de los Estados.

En ella confluyen la belleza y una diversidad de pueblos y etnias, que desde épocas remotas definieron las cosmovisiones de la cultura andina, legando una identidad que sobrevivió al paso de los años.
Los estudios toponímicos realizados por Don Isidro Maza, le atribuyen a su nombre un origen quechua, que deriva del vocablo "Antis", usado para definir la zona de las grandes alturas y estribaciones orientales de la cordillera, otros, que proviene de la voz aimara "Anta" (cobre), en alusión a grandes yacimientos de metales.

En los mapas y anotaciones de los primeros conquistadores españoles, figura como Cordillera de la Nieve y finalmente, es mencionada como Andes, que no es ni más ni menos, que la corrupción del nombre incaico Antis.

Para los pehuenches y araucanos era, "huarén pire" (huaren: serranias, pire: nieve).



Leyenda del Aconcagua

Adaptación: Enrique Guerrero


No es aconsejable dirigirse a los cerros más elevados de la Cordillera de los Andes, sin una gran dosis de respeto y veneración.

Dibujo del Aconcagua desde Laguna de los Horcones.

Ellos nacieron para decidir los destinos de aldeas y clanes que se guarecían a sus sombras, ejerciendo un carácter meramente protector, aunque en ocasiones, se vieran desbordados por la ira.

C° Aconcagua 6.960,8 msnm +/- 0,20 (IGN)
(vista aérea- foto de Wikipedia)
Estas montañas vivientes o Apus[1] (del quechua señor o señora), como eran llamadas por antiguas culturas, constituían un elemento esencial en la construcción  de la cosmovisión andina y uno de los instrumentos más poderosos del paisaje sagrado.

Representaban la divinidad y como tales, no dialogaban con el valle, solo les hacían saber a los pobladores que contaban con su gracia, cuando la flora y fauna del lugar resplandecía o, muy por el contrario, su apatía y furia, cuando desertizaban la tierra condenándola a un destino árido y solitario.

"Monumento al Indio" (Mariano Pagés - 1948)
Plazoleta Cacique Guaymallén
Tal era la situación de una tribu de gigantes, que habitaban los alrededores del Aconcagua.

El suelo reseco, se agrietaba por la sequía que lo asolaba y no existía esfuerzo humano posible, que hiciera brotar la tan ansiada vegetación.

Una noche, aprovechando el sueño profundo del Apus, se reunieron en la aldea con la intención de planificar la forma de librar el agua del cerro, lo que tras largas deliberaciones, dio nacimiento a un osado plan.
Y así fue que, provistos con rústicas herramientas, escalaron las escarpadas laderas de la montaña.

Tras una jornada agotadora e intensa, alcanzaron la zona de los glaciares, donde tras romper las gruesas capas de hielo que los recubrían, repentinamente y de uno en uno, se fueron llamando a un profundo silencio... ¡el milagroso elixir, había comenzado a emanar!

Quebrada del río Vacas.
Parque Provincial Aconcagua - Punta de Vacas
El serpenteo cristalino no se dejó esperar y comenzó una maratónica estampida, por las laderas resecas del Apus.

Los poderosos hilos de agua se abrieron paso al sur, dando nacimiento al río Horcones y al este del Glaciar de los Polacos, por el arroyo Relincho, para alimentar al río Vacas.

Cuando el Aconcagua despertó y sintió su cuerpo invadido por infinitas hebras plateadas, que se descolgaban desde las entrañas más profundas de sus glaciares, tembló de furia, vertiendo piedras y tierra en los cauces que se oscurecieron por un momento; pero ya era tarde, el agua había comenzado un ciclo esperanzador, que no se detendría hasta el Valle de Huantata y las Lagunas del Guanacache.



Decreto Ley 4807/83 del 28 de abril de 1983: el Gobernador de la Provincia de Mendoza sanciona y promulga, la constitución del Parque Provincial Aconcagua en un predio fiscal, declarándolo zona de reserva total para la preservación de la fauna, flora y material arqueológico allí existente.



Toponimia de Aconcagua


Existen diversas interpretaciones en cuanto al origen del término Aconcagua, que pueden ser o no aceptadas por nosotros, lo que es innegable, que con sus más de 6.960 msnm, es el cerro más elevado de la Cordillera De Los Andes y de América.

Feria Internacional Aconcagua Mendoza,
(estampilla conmemorativa, marzo 1990)

"El maestro Ezequiel Ortiz Ponce, le asigna al Aconcagua el significado de poncho blanco, de ser así, debería llamarse Makún Mallo, ya que makún era el nombre que le daban los pehuenches al poncho y mallo en la misma legua es blanco".


"Otros aficionados a esta clase de investigaciones han traducido el nombre Aconcagua, asignándole el significado de centinela de piedra; pero si tenemos en cuenta que en lengua pehuenche y también en la de los mapuches centinela se dice huanpelén, mientras que piedra se dice cura y se pronuncia coma-cura, su significado sería divisadero de piedra, ya que coma es divisadero".


"Para esta investigación se puede decir que el nombre Aconcagua proviene de la lengua quechua, siendo una palabra compuesta de Akún, que significa cumbre muy elevada, Ka en la misma lengua es adverbio otro u otra. En cuanto a la terminación Gua se aplica a todo lo que tiene relación con el temor o admiración por lo que el nombre Akún-Ka-Gua, traducido correctamente a la lengua castellana, es otra de las cumbres muy elevadas, temidas o admiradas".


"Los indios cuyanos –principalmente los huarpes- y también los mapuches, a la cordillera en general le llamaban Akún-Ka-Gua, pero a la llegada de los conquistadores españoles, dicho nombre compuesto quedó deformado en Aconcagua, para referirse sólo al cerro más elevado de América".

Toponimias de Isidro Maza.



C° Aconcagua ,  desde el Valle de los Horcones.
(Antigua Tarjeta Postal, N° 257 de la Sudamericana, que le asigna 7055 m)


ALTURA OFICIAL DEL C° ACONCAGUA


6.960,80 msnm +/- 0.20 m, (año 2012)




Tras finalizar este sencillo relato sobre el Coloso de América, me cabe reflexionar, el por qué los pobladores que liberaron el agua del Aconcagua, trascienden en las narraciones como gigantes, ¿será posible que se deba, a que para desafiar a un dios (Apus) y ganar, hay que serlo?



¡Feliz Día del Montañista!


Como siempre, me despido con un fuerte abrazo en este 5 de agosto, fecha en la que celebramos el Día del Montañista, con el deseo de que la vida, nos brinde buenos cimas y senderos para andar.





 [1] Apus: son los espíritus superiores de las montañas considerados protectores de los hombres y pueblos. Los Apus no les hablan a los humanos, son los humanos, por medio de las invocaciones, las ofrendas, los rituales y las oraciones, los que les piden protección.
Cada montaña tiene su propio espíritu, su propio nombre y su propio dominio, al cual protegen.


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  * Leyenda del C° Punta Negra.




LEYENDA DEL VIENTO ZONDA

VIENTO ZONDA
(procesión religiosa, Cavadito, LAVALLE - 30/10/16)


Al portar el nombre de un valle sanjuanino, el viento zonda es un patrimonio totalmente cuyano.


Las divinidades antropomorfas que intervienen en esta leyenda. Pachamama y Yastay, son de origen quechua y calchaquí, y tal vez rondan el relato, como testimonio de una herencia inca.


Antes de comenzar la historia, es bueno recordar que nuestros originarios, los huarpes, aunque practicaban la caza y la pesca, no eran especialmente diestros en el manejo de las armas.




Durante el siglo XV, se produjo la máxima expansión del imperio incaico, sobre el mayor y más austral de sus territorios: el Collasuyo.

Expansión del Imperio Inca en Argentina.
En su avance, sometieron a los pueblos originarios que poblaban las tierras conquistadas, entre los que se encontraban, nuestros Huarpes.


La mayoría de estos pueblos con el pasar de los años, adoptarían muchos de sus hábitos, ritos y costumbres.


El Viento Zonda

Leyenda originaria

Adaptación Enrique Guerrero.


Cuentan que, en los inicios los dioses gobernaban ríos, lagos, valles, quebradas y los picos más altos de los Andes.

Vinieron para establecer un orden y proteger la tierra, de los abusos y las agresiones del hombre.

Canto a la naturaleza
Paula Nicho Cumes, artista Maya.
Pachamama, diosa aimara, madre de los cerros y de los hombres, encargada de que los frutos maduren y se multiplique el ganado.

Yastay, guardián y protector ancestral calchaquí, dios tutelar de las aves y animales andinos.
El equilibrio establecido por estas divinidades originarias, hicieron del Cuyum[1], un verdadero remanso de paz.


Si bien la naturaleza desértica era un desafío permanente, el territorio les brindaba a sus pobladores, todo lo que necesitaban para vivir: agua, caza, pesca, recolección de frutos, raíces, huevos y semillas para cultivar.

"Las Tejenderas de canastos"
de Fidel Roig Matóns (óleo de composición)
Chalu[2], como se hacía llamar un joven huarpe, pasaba largas horas practicando con el arco y las flechas.

Había desarrollado tal destreza con el arma, que cada vez que sus manos tensaban la cuerda del arco, el pulso y la vista se combinaban con tanta precisión, que una vez disparada, la flecha hacía centro.

Y así derribaba cóndores, ñandúes, liebres, guanacos y cuánto animal se le cruzaba en el sendero, sólo para despertar la admiración de quienes lo veían, o simplemente por diversión.


U
Oni (del huarpe: guanaco)
na mañana, cuando se disponía a dispararle a un guanaco que lo observaba desde el pedemonte, vio absorto como la imagen del animal se desvaneció en el aire.

En su lugar se cristalizó, la figura de un pequeño hombre irritado, que agitaba sus brazos en señal de advertencia.

Tenía la barba blanca, desprolija y abundante; vestía poncho y calzaba grandes ojotas, de su cuello colgaba una quena y en su mano sostenía con firmeza un largo bastón.

Era Yastay, el dios guardián y protector de la fauna, que corría en auxilio de sus criaturas.

PACHAMAMA
de Mamani Mamani (tiza pastel).
Con acento firme y cortante, le advirtió que Pachamama y él, no iban a permitir que prosiga con la cruel matanza de animales, la que de continuar, recibiría un castigo ejemplar.

Chalu asintió en silencio a todo lo ordenado por Yastay,  manteniendo la cabeza gacha en señal de sumisión y respeto.

Durante algún tiempo cesaron los episodios sangrientos, hasta que una bella mañana de agosto, despertó envuelto en ira.

Tomo sus flechas y comenzó a matar todo tipo de animales y crías, sin la menor distinción de especie o tamaño.

¡El castigo no se hizo esperar!...

De a poco el cielo comenzó a cubrirse con espesas nubes de polvo, que ocultaron la luz del sol, mientras un viento caliente azotaba sin tregua, la figura temerosa de Chalu.

La voz de Yastay retumbó con fuerza en el valle, condenándolo a que vague sin tiempo, por todos los rincones de la Cordillera de Los Andes, convertido en lamento.

Inútiles fueron las súplicas del joven, que desapareció repentinamente del lugar, envuelto en remolinos ardientes y polvorientos, empujados por abrazadoras rachas de viento seco.

¡Había nacido el zonda!

Desde ese entonces y todos los años, vuelve en los meses de agosto a visitar el Cuyum.

Su lamento recorre árboles, médanos, techos y calles, como un recuerdo permanente, de que el maltrato a Pachamama, la madre naturaleza, finalmente se volverá en contra nuestro.




Me despido con un abrazo cordial, deseando que la vida, nos brinde buenos senderos en el andar.





[1] Cuyum (Cuyo): tierra de arenales.
[2] chalu (del huarpe): flecha.





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