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A la derecha, ladera del Co. Colorado. |
Traspuesto
el primer tramo, nos internamos por la quebrada.
El
sendero se encajona y las chilcas, rosas mosquetas y otros arbustos, cierran el paso por momentos.
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Gruta en la ladera este, del Co. Comición. |
Desde
el lecho seco del arroyo, observamos una pequeña gruta natural, sobre la ladera
este del cerro Comición, pero preferimos dejar la exploración para otro
momento.
Continuamos hasta que un pequeño hilo de agua, comenzó a insinuarse.
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El manantial corre por la quebrada. |
El agua de la Cascada de los Berros, comenzaba sus clamores bordeando la roca.
La
arena sedienta, en algún punto la convertía en arroyo subterráneo y se
perdía...
El
camino se seguía angostando y las altas paredes de roca, nos anunciaban que íbamos a salir pronto del cajón.
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Agua escarchada, escurriéndose de una pequeña represa. |
Antes de subir las
últimas rocas, vimos con sorpresa como el agua que brotaba del manantial, se
deslizaba entre las piedras, congelándose a medida que caía.
Tal situación contrastaba enormemente con la mañana cálida, que nos deparaba el final del invierno.
Ya en la Quebrada de los Berros, encontramos reunidos a un grupo de jóvenes que nos invitaron a compartir su asado, el que lamentamos no aceptar, por cuánto aún nos faltaba un tramo por andar.
Si la naturaleza no puede ejercer el poder de convocar, ¿entonces, quién?
Así lo entendieron Agustín y sus amigos, que
aprovechando el feriado estudiantil por el Día del Maestro, lo festejaron entre
los cerros.
Compartieron momentos, paisajes, anécdotas,
risas y unas ricas hamburguesas hechas a la parrilla. Seguramente, no va a ser
la primera vez que nos encontremos...
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Agus (izquierda) y sus amigos, descansan en la Quebrada de los Berros. |
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Berros silvestres, en el manantial. |
No pude resistir la tentación de cosechar algunos
berros silvestres, de los que le dan nombre al lugar y tras enjuagarlos en el agua cristalina, con gran placer los comí.
Estaban levemente picantes y transmitían el exquisito sabor, que atesoran los frutos que nos brinda el camino.
El resto de la caminata fue entretenida y con
algunas sorpresas.
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Durazneros en flor, en la ladera del Co. Comición. |
Varios durazneros en
flor, asomaron a lo largo del recorrido final.
Portaban con su
presencia el toque primaveral, que con suma modestia engalanaba las laderas de
los cerros.
Al llegar
a tres quebradas y luego de andar unos metros por la de la derecha, nuestra salida se vio coronada, con la vista panorámica de la Cascada de los Berros.
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Cascada de los Berros / Los Berros Waterfall. |
Lat: S32 59.891
Long: W69 04.248
Altura: 1776 msnm
Las paredes rugosas de la roca, atestiguan con una visible cicatriz, la erosión que el agua con el paso de los años, le fue dejando. Aunque no trae gran cantidad de agua, debido a que el deshielo aún no ha dado comienzo, le otorga al paisaje un toque distintivo.
La llegada hasta el final del sendero, fue la excusa perfecta para descansar un poco, admirar el paisaje, hidratarnos, comer algunos sanguches y frutas, y charlar sobre este y otros caminos.
De tanto en tanto, un sonido muy suave, captó nuestra atención. Se asemejaba al
producido por pequeños trozos de vidrio, cuando golpean contra algo sólido.
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El agua se congela a medida que cae.
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Lo sorprendente fue descubrir, que la poca cantidad de agua que corría, a medida que se deslizaba por las paredes de piedra,
se congelaba y caía en forma de pequeños cristales de hielo, que al golpear contra la superficie de la roca, producía ese sonido tan particular. También
nos sorprendió, ver cómo el agua desaparecía al pie de la
cascada. Seguramente era la que brota casi dos kilómetros más abajo, en el manantial de la quebrada de los Berros, para luego correr unos cientos de metros más y desaparecer nueva...
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¡El agua desaparece al pie de la Cascada! |
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Águila observando desde un peñasco. |
El
regreso fue rápido y entretenido, cruzamos una delegación de chicos, que
incursionaban con sus maestras y avistamos algunas águilas volando.
Fuimos a conocer la pequeña gruta, donde se refugia una virgencita, dando por finalizadas las expectativas
del día.
En
resumen, una salida que no debe dejar de hacerse. No requiere equipo especial de montaña, ni una gran preparación física y aporta toda la energía
que posee nuestro paisaje mendocino.
Como siempre, las bolsas, botellas, cáscaras y demás desperdicios, regresaron a casa en los mismos contenedores que las transportaron,
nuestras mochilas y bolsillos.
Mantener los senderos
limpios, es nuestra responsabilidad.
¡No le quitemos protagonismo al paisaje!
Para finalizar, sólo me resta despedirme con un abrazo
cordial y el deseo de que la vida nos brinde siempre, buenos senderos para
andar.
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