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LOS FRISOS DE LA VIRGEN DE LA CARRODILLA

 

Hugo-Víctor-Leytes
Frisos de la Iglesia de La Carrodilla (*)

* Los frisos de Hugo Leytes, ubicados en una matriz de chapa, hecha por su hijo Leandro.

En el año 1994, el municipio de Luján de Cuyo hizo un llamado a concurso, buscando una obra escultórica que reflejara la significación histórica, devoción y culto, del mendocino hacia su Santa Patrona, la Virgen de la Carrodilla.


El mismo fue ganado, por el reconocido escultor Hugo Víctor Leytes. Un artista plástico, nacido en Maipú, el 23 de diciembre de 1935.


El 11 de abril de 1995, ante la presencia de autoridades eclesiásticas, políticas y público en general, se inaugura un exquisito conjunto escultórico, compuesto por cuatro frisos en alto relieve, que se exponen sobre la pared ESE del atrio.


Los mismos narran una historia, que comienza a la salida de la Secretaría, y se desarrolla a medida que nos acercamos a la calle Carrodilla.


Como quería saber más sobre el “Maestro” Hugo Leytes, fui a visitarlo, previo a concertar una cita. 




¡Un cafecito con el maestro!

por: Enrique Guerrero.

Iglesia-de-La-Carrodilla
Hugo Víctor Leytes, el escultor que "vive en alto relieve".


Dos altos relieves ubicados a la entrada de la casa, me anunciaban, que sin lugar a dudas, estaba a punto de ingresar al fabuloso mundo del escultor.


Luego de las presentaciones, Hugo me invitó a tomar asiento en la sala, un cálido rincón donde los frisos conviven con esculturas, maquetas, dibujos, reconocimientos y muchos recuerdos.


A continuación, les trascribiré algunos pasajes de la charla que mantuve con este exquisito escultor, que deja en cada una de sus obras, armoniosas formas, bellas escenas donde abundan los detalles, con un marcado acento costumbrista, que hacen de cada friso, el sello personal de Hugo Leytes.


Para comenzar la charla lo llamé “maestro”, a lo que rápidamente me corrigió, diciéndome, ¡Por favor, sólo dígame Hugo!


_ ¿Por qué la historia que cuentan sus “altos relieves”, en la Parroquia de La Carrodilla, está invertida, es decir, cuando ingreso al atrio desde la vereda, me encuentro con el final de una historia, que comenzó a la salida de la secretaría?


- Hugo: "como bien dice Enrique, el primer friso que usted encuentra, debería ser el último. Bueno, esto se debe a que la Municipalidad, que fue la que los adquirió, quería que en la entrada hubiera un friso grande y el que debía ir en primer lugar, “la construcción de la torre”, les parecía muy pequeño, entonces se respetó el orden de la historia, pero de atrás para adelante (sonríe)"...


- ¿Tienen título, los frisos que componen esta historia?


- "No, simplemente las dejo a la libre interpretación de la gente. Aunque si usted se fija, hay tantos detalles en cada uno, que le revelarán como se llaman. ¿Qué nombres le pondría usted?"...


- La esposa de Hugo me alcanza un álbum de fotos y señalándole el primer friso, le respondo a modo de juego:


A este lo titularía por ejemplo: "Una promesa cumplida".



Una promesa Cumplida


alto-relieve
Una promesa cumplida.

- "El primero está dividido en dos partes, por eso verá que tienen distintos colores de pátina. Cuando los vieron, pensaron que se habían roto (sonríe)"…


- ¿Quiénes son los personajes que rodean al ingeniero que sostiene el plano?

 

- "(Me Corrige)No es un ingeniero, es un arquitecto que le muestra el plano a la familia Solanilla, en el patio de la casa. Siempre a mis obras, les agrego personajes relacionados con la historia de Mendoza. Por ejemplo, en ese está la Madre Rosaura. También hice una escultura de ella, que está sentada con un niño y una niña a cada uno de sus lados, que doné a un colegio (Hermanas Domínicas del Santo Rosario, San José - Guaymallén).


Me gusta combinar mi trabajo con la historia. Esta iglesia, es la segunda que se hace en el mismo lugar, sobre los mismos pilotes. Al lado de mi casa vivía un señor mayor que yo, que era constructor y trabajaba desde chico, el me asesoraba sobre las herramientas y todo lo relacionado a la construcción de antes"...


Se excusa por no darme más detalles, por cuánto me comenta que su vista se ha acortado mucho en los últimos años.


Lo cierto es, que abundan los detalles. El primero, es un alto relieve dividido por un corte o línea de tiempo, en dos momentos o escenas. Una que relata la construcción del campanario de la iglesia, con los albañiles abocados al trabajo y la otra con el arquitecto mostrándole el plano de 1840, a la familia Solanilla, la madre Rosaura Puebla y un cura, ¿será Fray José Aymón?. En el fondo se aprecia la galería, el primer piso de la casona de los Solanilla, glicinas en flor y el ciprés “abriboca” que sobresale del techo. 

Las proporciones, la perspectiva y la expresividad de los personajes, son admirables.


- He notado que todos los frisos tienen distintos matices. ¿Se debe a la coloración de la arena, Hugo?


- "Le voy a explicar Enrique, La arena con la que hacía el hormigón armado para cada friso, me la traían de una cantera que está en San Luis. Le daba al friso un acabado, de un color gris claro, con una textura hermosa. Una vez concluida la obra, le daba una pátina con distintos tonos y esos son los que usted nota.

Con ellos buscaba acentuar por así decirlo, el carácter que deseaba darles".





La Familia Viñatera


- "Cuando dibujo o miro la imagen que deseo esculpir, las veo en alto relieve... es algo curioso (sonríe), veo las cosas en alto relieve y eso me facilita todo el trabajo"...


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La faena y el descanso de la familia viñatera.

- En el próximo friso se observa una escena típica de la finca mendocina. Viñedos, alamedas, la cordillera, la compuerta, el riego, el labrado de la tierra, la cosecha, el descanso, una mujer guitarreando junto a cestos repletos de uvas y una pareja que baila la cueca...


- (Me interrumpe) "¿Cómo sabe usted, que están bailando la cueca?"...


- Por el vuelo del pañuelo -le respondo-, a lo que asiente sonriendo. 


Abajo del friso, en una serie de placas cerámicas, en total siete, se expone la letra de la popular canción, Virgen de la Carrodilla, de Hilario Cuadros y Pedro Herrera, erróneamente atribuida a Julio Quintanilla.




- "Como le decía hay muchos elementos en cada friso. Pertenecí a la Junta de Estudios Históricos de Maipú y eso me ayudó a buscar información histórica. Además, trabajé 30 años en la Bodega Giol, así que las escenas del vino y la gente, como comprenderá, las viví durante muchos años"... 

Soy autodidacta, de chico juntaba la arcilla que se formaba en la acequia de riego y hacía pequeñas estatuas. Luego, ya de grande, después de haber realizado muchos trabajos, estudié en la facultad de Bellas Artes, pero creo que lo principal, ya lo traía"...





La Plegaria

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                                 La Plegaria.

Las escenas de la vendimia, el trabajo en la viña y el esfuerzo de la familia, se repiten en el próximo, al que llamaría: La Plegaria. 


Los trabajadores detienen sus labores, elevando una oración a la Virgen de la Carrodilla, agradeciendo su intercesión, por la abundante cosecha y el buen tiempo. La Patrona Celestial de los Viñedos, los envuelve con su manto de luz divina, que se asemeja al sol.


- ¿Cuánto tiempo le demanda la construcción de un friso?


(Sonriendo) "En general, me lleva mucho tiempo, por todos los pasos que lleva. Primero dibujo en perspectiva la composición del friso. A continuación, en un marco de arcilla, traslado las formas en relieve. Cuando eso está listo hago el molde de yeso y finalmente vuelco sobre el molde el hormigón armado, es decir el hormigón y le coloco un enrejado de hierro. Después que lo desmoldo, comienza el lento proceso del pulido, esculpir algunas fallas que ocasiona el molde de yeso, los retoques y finalmente, elegir el color de la pátina. Todo el proceso me lleva meses de trabajo".





La procesión

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La procesión.


Una gran multitud, asiste a la procesión de la Patrona Celestial de los Viñedos. De fondo aparece la iglesia y al costado derecho, se destaca en perspectiva las columnas del Santo Calvario.


Nuestra Señora de la Carrodilla, es trasportada sobre un carro de cosecha, rebosante de uvas y arrastrado por dos bueyes, como en su primera presentación, en la Bendición de los Frutos, de la Fiesta Provincial de la Vendimia, de 1940.


En ese friso se encuentra Hilario Cuadros y un gaucho sosteniendo con orgullo, la Bandera Nacional Argentina... 

Se detiene por unos momentos y pasa a comentarme pasajes de su Servicio Militar Obligatorio, llevado a cabo en la ex Compañía de Esquiadores de Puente del Inca

- El servicio militar fue uno de los momentos más felices de mi juventud". Me apodaban "dulce de leche", por mi apellido, ya que "leyte", significa leche en portugués...

Y así la charla continúa y se va desviando hacia sus sueños y frustraciones como artista y hombre común.


- ¿Hubieron desilusiones en su trabajo creativo?


- "¡Son muchas!, pero recuerdo a una en particular. Una escultura tamaño natural de Jesucristo - me muestra una foto-, que me habían encargado en San Luis. Era muy pesada, más de 300 kg y me llevó todo el año hacerla. 


Cuando la llevé a San Luis, noté que debía realizarle unos pequeños retoques antes de entregarla, por lo que trabajé hasta altas horas de la noche en el patio de una casa. A la mañana siguiente, cuando fui a verla... "La escultura no estaba, se la habían robado"...  Nunca pude cobrar el trabajo ni recuperar la escultura... Hice la denuncia a la policía, pero no pasó nada"...


Su voz se va apagando a medida que me relata lo sucedido.


- Y que me puede decir de las alegrías, de su trabajo.


- También son muchas, ya que mis obras están en algunos lugares del mundo. Recuerdo que un año cayó a mi casa un bodeguero norteamericano, que había estado en la Bodega Arizu y vio el "Vía Crucis del Vino" que había hecho en frisos y le preguntó a la gente de ahí donde vivía. Como me conocían lo mandaron a mi casa y bueno, se alegró al ver mis trabajos y me compró unos cuantos, para exponer en su bodega...


O la escultura de "La maternidad" que está en el Notti, por ejemplo, la hice usando de modelo a mi señora en el año 82'. Ella estaba embarazada...


"La maternidad"
de Hugo Víctor Leytes
Exhibida en el Hospital Pedro Notti

Acota la señora:

- "Mientras posaba para la escultura, yo estaba muy angustiada por la Guerra de Las Malvinas, porque esperaba un hijo"...


Pensaba quien me va a atender, si están todos ocupados con la guerra, quien me va a dar la leche para el bebé. Cuando mi hijo nació, decidí donarla al Hospital de Niños y años después, cuando Emiliano tenía 8 años, se inauguró el Hospital Notti y la vinieron a buscar. Estuvo presente el Gobernador Bordón" (me muestra una foto, que conserva como recuerdo)...


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"El universo del escultor"
de Hugo Víctor Leytes

Luego de una amena charla compartida con Hugo, la señora y Leandro, uno de sus seis hijos, los tres salieron a despedirme hasta la puerta de su casa. 


Cuando me detuve a admirar el friso en alto relieve que está en el porche de entrada, Leandro con orgullo me dijo: 


- ¡Es un autorretrato de mi papá!


Hugo que permanecía en silencio, comenzó a darme algunos detalles de la obra y la charla, que hasta ese momento parecía extinguida, se reavivó con el entusiasmo y el énfasis, que sólo los "maestros", ponen en cada una de sus creaciones.





¡Con todo mi total agradecimiento al "maestro" Hugo Leytes y Familia, por recibirme en su casa y por la atención dispensada!





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* Parroquia Nuestra Señora de la Carrodilla.


* El Santo Calvario y la Capilla del Señor de la Salud.


* Los murales de  Nuestra Señora de La Carrodilla.

Preservar el patrimonio cultural, histórico y natural de Mendoza, constituye una obligación ineludible, para quienes tenemos el privilegio de observar, testimonios de los esfuerzos realizados por el hombre o la naturaleza, a lo largo de muchos siglos.

LA PIEDRA DEL INCA

Johann-Moritz-Rugendas
"Punta de las Vacas" (1838)
(óleo de Johann Moritz Rugendas - 1802/1858) 
 

Por: Enrique Guerrero.



Los primeros visitantes


Las expectativas de los viajeros, que cruzaron la cordillera de Los Andes por el Paso de Uspallata, a finales del s. XVIII y principios del XIX, se encuentran plasmadas en las hojas de muchos libros.


Sus mentes científicas iban del análisis al asombro, extraviándose en ocasiones con el misticismo local, que encendía una chispa fascinante, que los conducía a campos inexplorados y de posibilidades infinitas. 


En uno de esos tantos relatos, encontré un párrafo que me maravilló por su contenido fantástico y aunque John Miers lo menciona como una anécdota al pasar, registra una antigua leyenda, que los arrieros contaban cuando hacían noche o "rial"[1], en el del Paso de Uspallata, último tramo del Qhapac Ñan o Camino Real Inca, que se pasaba por Mendoza.


Huayna Cápac[2] (1493 – 1525), undécimo y antepenúltimo emperador inca, se internó en lo que hoy es territorio argentino:


“más allá del Tucumán, por las tierras diaguitas, eligiendo un camino distinto del que transitó su padre, de modo de visitar las comarcas al naciente de la gran cordillera y honrando a los pueblos agrícolas de Cuyo que ya habían prometido su alianza” 


Atahualpa: "Memoria de un dios", de Daniel Larriqueta


(Salvo especificación contraria, todos los términos empleados fuera del castellano, corresponden al idioma quechua).




Incaj Rumin


(La piedra del Inca)


Adaptación: Enrique Guerrero.


Como acostumbraba, cada tres años el emperador inca y su séquito real, iniciaban un largo periplo por el Qhapac Ñan[3], que los llevaba a recorrer las extensas comarcas, dispersas al sur del imperio.


El Qulla-Suyu[4], región de los coyas o de los sabios (qulla: eminencia, sabio y suyu: región), comprendía un vasto territorio, que partiendo desde el Cuzco (Qosqo: ombligo del mundo), se internaba por el norte argentino y seguía las laderas orientales de la cordillera, hasta las tierras de los huarpes Milcayac[5], en Cuyo.


Una vez en el Pueblo de las CenizasUspallata (ushpa: ceniza, llaqta: aldea o pueblo), hacían un alto en el Tambo Real de Ranchillos, para luego internarse por una quebrada, que los conducía al corazón de los cerros. 


Ruinas arqueológicas incaicas "Tambillitos".

El primer destino entonces, era un tambo pequeño, situado junto a la vera de un arroyo clamoroso y cristalino, que volcaba sus aguas en un río mayor.


Tambillitos, tal era su nombre, les ofrecía un espacio para descansar, alimentarse y atender al ganado de carga, en su mayoría llamas.  


Tras lo cual, continuaban la marcha hasta llegar al pie de una gran roca, donde le rendían culto al Apus más importante de la región, el Aconcagua, solicitando que mantenga el orden cósmico durante el viaje y protección para la familia y el imperio.


La Piedra del Inca.

Las ofrendas incluían oraciones, carne de llama o vicuña, hojas de coca, chicha y todos aquellos elementos, que eran del agrado de Pachamama, tras lo cual  proseguían el sendero, que pasaba por el Puente del Inca y algo más allá, les ofrecía la imponente vista del Aconcagua.

Desde allí, una vereda que partía hacia el oeste y tenía por destino las tierras "huiliches", al otro lado de las montañas, marcaba el final del viaje.



En el año 1534, con la muerte de Atahualpa y la caída del imperio inca, extrañas fuerzas convergieron sobre la "roca" que sirvió para los rituales, partiéndola en cuatro partes, las que de acuerdo a profecías amautas[7],  volverán a unirse por sí mismas, el día que el Imperio Inca sea restablecido.



Y así, desde aquellos lejanos días, esta historia continuó su camino, yendo de boca en boca y de fogón en fogón, hasta convertirse con los años en lo que es, una antigua leyenda mendocina. 





La Piedra Del Inca


(Incaj Rumin)


"La piedra del Inca" - Polvaredas.
(Imagen de Manuel Sanz)
Latitud: S32 48.808 

Longitud: W69 40.755


La Piedra del Inca, se encuentra en la localidad de Polvaredas, al pie del cerro Peñón Rajado, sobre el lateral sudeste de la actual RN 7, antiguo tramo del Qhapac Ñan Inca.


No sería extraño que debido a la simbología que representaban las piedras en la cultura incaica, esta roca hubiera sido protagonista de las ceremonias, que narraban antiguamente los arrieros.


Vale recordar que la cosmovisión de los pueblos originarios andinos, establecía una conexión sagrada con "Pachamama": madre de la Tierra, el tiempo y el universo. Tal equilibrio se sostenía en el respeto por todos los seres vivos que integraban el mundo natural, en el que se incluían a las piedras y rocas, a las que además, se les asignaba un carácter sagrado, por su longevidad.





Santuarios De Altura


Cabe mencionar que en 1985, en este mismo tramo y sobre una de las laderas del cerro Aconcagua, a 5.300 metros de altura, un equipo de escaladores mendocinos, encontró entre dos pircados semicirculares, un fardo funerario conteniendo a un niño momificado. El origen del hallazgo, se debió a la "capacocha" inca, ceremonia realizada para agradecer a Inti, el dios sol.


la-piedra-del-inca
El "Niño del Aconcagua".

La capacocha (qhapac: real, hucha o jucha: obligación, culpa), consistía en el envío de un mensajero a los dioses, para lo cual, se le otorgaban cuidados especiales a la persona elegida y al adoratorio que estaría situado en la wak'a[6], en este caso, la Pirámide del Aconcagua.


Luego se lo dotaba del tradicional ajuar y de las regias ofrendas, que portaría en su viaje.


Resulta conveniente aclarar que el mensajero no era sacrificado, se lo dejaba con la intención de que se reúna con sus antepasados, los que según sus creencias, observaban desde las alturas. 



Sólo en los adoratorios más importantes del Tawantisuyu, se realizaban este tipo de ceremonias, lo que pone en relevancia la importancia que revestía el Aconcagua, para esta cultura.





Relatos de Viajeros


El siguiente relato extraído del libro "Travels in Chile and La Plata - 1819/1824" de John Miers, cuenta esta pequeña y gran historia, que fue la que me inspiró para escribir la leyenda.



..."La vegetación va desapareciendo de las montañas; todo parece estéril y salvaje. Uno de los bloques, caído desde arriba, ha quedado depositado en medio de esta planicie; cuando lo vi por primera vez, era de forma casi cuadrangular, dividido por dos fisuras verticales en cuatro secciones. Una de las cuales se ha inclinado desde entonces. Los arrieros le atribuyen una historia maravillosa, es la Piedra del Inca sobre la cual, dicen, el emperador de Perú en sus viajes trienales a Chile, realizaba algunas ceremonias religiosas; en la época de la disolución de la monarquía de los Incas, la piedra se partió súbitamente por influencias sobrenaturales y se unirá de nuevo cuando el imperio de los Incas sea restaurado"...


VIAJE AL PLATA, de Johnn Miers (1819/1824).




Me despido de todos ustedes, agradeciéndoles la visita e invitándolos a que recorran el blog, en busca de otras publicaciones que sean de su agrado.













[1] real o "rial" (coloquial): término empleado durante la época colonial, para definir un paraje elegido, en el que se hace un alto o estadía pasajera.
[2] Huayna Capac (castellanizado del quechua): rey joven. Wayna: joven, qhapac: acaudalado, rico, soberano.
[3] Qhapac Ñan (s.): camino real. Qhapaq o qhapax: acaudalado, rico, soberano; ñan: camino.
[4] Qulla Suyu: castellanizado como Collasuyo.
[5] Huarpes Milcayac: los huarpes estaban divididos en tres parcialidades, huarpes Allentiac, en San Juan; Miilcayac en Mendoza y Puntanos, en San Luis.
[6] Wak'a (s.):   Dios de la divinidad, deidad, cosa sagrada. Ofrendas presentadas al sol, a las grandes cordilleras, nevados, todo lo singular o lo sobre natural.
[7] amauta:  hombre encargado de comprobar los hechos de la historia quechua para recitarlos públicamente en las fiestas del sol.





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* Tambo Incaico de Tambillitos.

Preservar el patrimonio cultural y las tradiciones, constituyen los únicos caminos posibles, para mantener vigente la historia de nuestros orígenes.


LOS CHOICANOS - Leyenda mendocina

Base del Campamento Minero "Las Choicas"
(Fines del siglo XIX) 


Por: Enrique Guerrero.


La Cordillera de Los Andes, atesora sobre el lado chileno, una gran cantidad de volcanes, de todos ellos, hoy nos ocupa uno que se encuentra frente a la localidad malargüina de Las Choicas, muy cercano a los límites de nuestra provincia.


Tinguirrica, tal es su nombre, tiene varias acepciones de origen araucano y van desde la toponimia más popular, “Zorro yerto de frío” (Thün-ngerü-rican), hasta la más curiosa o quizás debería decir extraordinaria, que define un antiguo diccionario jesuita, del siglo XVIII.


“Tigiri-ca”, cuyo significado es "otros enanos" (tigiri: enanos, ca: otros).


Los-choicanos
Cnel. Manuel J. Olascoaga

El coronel Manuel José Olascoaga, profundo conocedor de la geografía mendocina y patagónica, pionero del andinismo argentino, por sus ascensiones a algunos cerros, con mero carácter deportivo (febrero de 1882), ha dejado testimonio de este pueblo en uno de sus libros[1].

 

Aunque muchos años antes, los primeros conquistadores españoles que llegaron a nuestras tierras y se encontraban asentados a orillas del Río de la Plata, ya habían oído relatos sobre estas gentes, de boca de los "querandíes o puelches"[2], a los que le negaban toda credibilidad.



Como es de suponer, la leyenda tuvo una difusión extraordinaria en las serranías malargüinas, de mediados del siglo XVIII, hasta principios del XX. Fue tanta que aún hoy, persiste entre la población minera del lugar, el hábito supersticioso de realizar ofrendas y solicitar permiso al espíritu de los "choicanos", antes de extraer el metal de las minas y arroyos.





Los "choicanos"


Adaptación: Enrique Guerrero.


"Los Choicanos"


Cuentan que en tiempos remotos, existió una tribu de gente menuda, que habitaba las faldas del cerro Las Choicas[3] y las márgenes de los arroyos La Línea, Las Choicas y otros cursos menores, que volcaban sus aguas en el arroyo Del Quesero.


Vivían en cavernas y túneles subterráneos, que la lava de los volcanes había construido, en su andar por la pendiente de los cerros.


Los "choicanos", como se los conocía, constituían un pueblo de costumbres sencillas y habían heredado ese extraño nombre, que deriva de "choique", por una mutilación que se autoinfligían, en determinadas ocasiones.


Cada vez que algún familiar directo moría, o un dolor afligía al clan, se amputaban un dedo del pie en señal de luto y memoria, quedando a veces con dos o tres dedos en cada extremidad, lo que les daba el aspecto de patas de ñandú o quizás debiera decir, de "cheuque o choique", nombre dado por los araucanos a esta ave.


Se alimentaban de las abundancias que la zona les brindaba. Cosechaban semillas y vegetales del cercano Valle Hermoso y capturaban animales silvestres, que mantenían alojados en corrales y galerías subterráneas hasta su faena, por cuánto no habían aprendido a labrar la tierra.


Su vida por entero estaba entregada a la minería. Pasaban días, meses y años,  extrayendo metales de las minas, sin ningún afán de enriquecerse. El cobre, el oro y la plata así obtenidos, tenían por destino un fin mayor, la defensa del pueblo.


Con él fabricaban proyectiles, que arrojaban certeramente con sus hondas y eran empleados para repeler los embates de las tribus, que llegadas del oeste, ambicionaban sus tierras y las riquezas que estas guardaban.



Tras cada batalla, los enemigos retiraban los pesados cuerpos de los caídos en combate, con la sola intención de extraer los valiosos proyectiles, con los que los choicanos se habían defendido.


Y fue así, hasta que un día cansados de batallar, idearon un siniestro plan. Sitiaron la aldea choicana con una muralla de piedras y pizarras, dejando a los hombrecitos totalmente aislados, de sus fuentes de alimentos.


Cuenta la leyenda, que al no poder transponer el muro por su baja estatura y al habérseles agotado todas las provisiones que almacenaban, terminaron extinguiéndose.


Aunque hay quienes afirman, que astutamente escaparon del cerco y viven lejos de la vista de la gente, en algún lugar remoto de nuestra cordillera.




Aún hoy, después de tantos años, mineros y pastores que acampan en los alrededores de Las Choicas, comentan que en las noches serenas, suelen escucharse extraños ruidos subterráneos. Se asemejan al producido por el cencerro de una cabra madrina, a la que le precede el paso agitado del rebaño.

Tal vez sean los choicanos, que se alejan de la gente extraña, que visita las legendarias tierras de sus antepasados.






Las Choicas


otros antecedentes

Las-choicas
Imágen satelital con la ubicación relativa del cerro Las Choicas.
(Imagen Google Earth)
Latitud:    34°56'32.01"S

Longitud: 70°15'58.10"w


El cerro Las Choicas, de 3.837 m s.n.m., se encuentra ubicado a 6 km al este del límite fronterizo con Chile, en el Departamento de Malargüe.


Respecto a la abundancia de cobre (Cu) y plata (Ag) en la zona de Las Choicas, y la explotación clandestina y saqueo por parte de empresarios chilenos, menciona el Coronel Manuel J. Olascoaga:


..."Cuando conocí este lugar, estaba abierta y en activa explotación, sin ningún conocimiento de las autoridades de Mendoza, una rica mina que regenteaba como mayordomo un señor Bobadilla, el mismo que trabajó después en las minas de Lihué-Calel, en la Pampa.

El boquerón abierto en la Choyca ofrecía a la simple vista, en el piso y sus paredes, los filones de cobre nativo puesto de manifiesto por el roce de las carretillas y los capachos. Todas las semanas salían para la inmediata provincia chilena de Curicó, cincuenta o más mulas cargadas de metal, que retornaban con mercaderías.

Debí dar cuenta de este hecho al gobierno de Mendoza, y éste mandó un comisario a la Choyca para regularizar el procedimiento, imponiendo los derechos de la provincia. Los empresarios chilenos desconocieron la autoridad del comisario, y cuando éste se dispuso a hacerla respetar de hecho, declararon suspendido el trabajo de la mina, y en su presencia reunieron y despidieron a los capataces y peones".


TOPOGRAFÍA ANDINA de Manuel J. Olascoaga, edición 1901.


Si uno observa una antigua carta topográfica, levantada por el Instituto Geográfico Militar (IGM) en 1947, sobre la zona del Cerro Risco Plateado, podrá notar que en los alrededores del cerro Las Choicas, aparecen viejos emprendimientos mineros, tales como los de Las Choicas, El Águila y El Burro, con el signo cartográfico de minería, especificando la explotación de "cobre" (Cu), siendo quizás estas minas, a las que se refiere el coronel José Olascoaga en su libro.


Las-Choicas
Minas de cobre, en los alrededores de Las Choicas.
Carta topográfica del Instituto Geográfico Militar (IGM)


Entre las cartas citadas por Eduardo Madero en la "Historia de Puerto de Buenos Aires", se puede leer una crónica escrita en castellano antiguo, donde un colonizador relata que los querandíes, les hablaban de gentes que tenían pies de avestruz y vivían en unas sierras, tras las cuales se hallaba el mar, ¿podrá ser la actual Mendoza?


..."estos nos dieron. mucha Relaçion de la sierra y del blanco. como aRiba digo y de vna jeneraçion con quien ellos, contratan que de la Rodilla abajo que tienen, los Pies(31)de abestruz. y tanbien dixeron de. otras jeneraçiones estrañas á nra. natura lo qual por parezer cosa de fabula. no lo escribo. estos nos dixeron que de la otra parte de la sierra confinaba la mar"...


"(31) A juzgar por esto, los querandies eran chanceros: mejor será suponer que los españoles no les entendieron; ó que aquellos se referían á la bárbara costumbre de algunas tribus de irse cortando dedos de los pies (quedando á veces con solo dos dedos) cuando morían deudos inmediatos".


"Historia del Puerto de Buenos Aires" de Eduardo Madero.(Apéndice N° 8, carta de Luiz Ramírez,10 de julio de 1528)

 

Por su parte Enrique de Gandia en su libro "Historia crítica de los mitos de la conquista americana" (20/9/1929), comenta que Sebastián Gaboto tuvo noticias de este pueblo, cita el libro de Eduardo Madero y las cartas de Luis Ramirez, agregando otro dato por demás curioso:


 el "P. Pedro Lozano, en su "Descripción chorográfica... del Gran Chaco" (cap. XI), dice: " ..los Mataguayos, que dieron esta relación. Cullus; que explicaban en la lengua quichoa con el nombre Suripchaquin[4], que es en nuestro castellano lo mismo que pies de avestruz..." 




Fuera de la leyenda y las reseñas mencionadas, no se tienen datos concretos, que permitan suponer la existencia de este pueblo.


Sin embargo, la toponimia del volcán Tinguirrica (Chile), ubicado a 15 km al noroeste de Las Choicas; los relatos del coronel Olascoaga sobre la existencia de grandes yacimientos de cobre y plata, los de un originario sobre los "enanos de las choicas"; la  Carta Topográfica del IGM, referenciando la existencia de minas de cobre en la zona, las cartas de los españoles del s. XVI, citadas por Eduardo Madero y la descripción de los Mataguayos, citada por Enrique de Gandia, nos plantean una serie de interrogantes, que entreabren una pequeña ventanita, a la posibilidad de que ciertamente existieran o lo que sería mejor... 


¡Que los "choicanos", aún existan!

 



 

 

[1] Topografía Andina, de Manuel José Olascoaga, edición 1901. Manuel José Olascoaga, Coronel Mayor del Ejército Argentino, (26/10/1835 - 27/06/1911), nacido en Mendoza.

[2] puelches: (araucano) "gente del este". Puel: este, che: gente.

[3] Las Choicas: castellanizado de cheuque o choique (araucano), nombre dado al ñandú.

[4] Suripchaquin (Quechua): suri: ñandú, chaki: pie, pata.




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* Leyenda del "Pozo de las ánimas".

¨Leyenda del "Cerro Nevado".



Preservar el patrimonio cultural y las tradiciones, constituyen los únicos caminos posibles, para mantener vigente la historia de nuestros orígenes.


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