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LA PIEDRA DEL INCA

Johann-Moritz-Rugendas
"Punta de las Vacas" (1838)
(óleo de Johann Moritz Rugendas - 1802/1858) 
 

Por: Enrique Guerrero.



Los primeros visitantes


Las expectativas de los viajeros, que cruzaron la cordillera de Los Andes por el Paso de Uspallata, a finales del s. XVIII y principios del XIX, se encuentran plasmadas en las hojas de muchos libros.


Sus mentes científicas iban del análisis al asombro, extraviándose en ocasiones con el misticismo local, que encendía una chispa fascinante, que los conducía a campos inexplorados y de posibilidades infinitas. 


En uno de esos tantos relatos, encontré un párrafo que me maravilló por su contenido fantástico y aunque John Miers lo menciona como una anécdota al pasar, registra una antigua leyenda, que los arrieros contaban cuando hacían noche o "rial"[1], en el del Paso de Uspallata, último tramo del Qhapac Ñan o Camino Real Inca, que se pasaba por Mendoza.


Huayna Cápac[2] (1493 – 1525), undécimo y antepenúltimo emperador inca, se internó en lo que hoy es territorio argentino:


“más allá del Tucumán, por las tierras diaguitas, eligiendo un camino distinto del que transitó su padre, de modo de visitar las comarcas al naciente de la gran cordillera y honrando a los pueblos agrícolas de Cuyo que ya habían prometido su alianza” 


Atahualpa: "Memoria de un dios", de Daniel Larriqueta


(Salvo especificación contraria, todos los términos empleados fuera del castellano, corresponden al idioma quechua).




Incaj Rumin


(La piedra del Inca)


Adaptación: Enrique Guerrero.


Como acostumbraba, cada tres años el emperador inca y su séquito real, iniciaban un largo periplo por el Qhapac Ñan[3], que los llevaba a recorrer las extensas comarcas, dispersas al sur del imperio.


El Qulla-Suyu[4], región de los coyas o de los sabios (qulla: eminencia, sabio y suyu: región), comprendía un vasto territorio, que partiendo desde el Cuzco (Qosqo: ombligo del mundo), se internaba por el norte argentino y seguía las laderas orientales de la cordillera, hasta las tierras de los huarpes Milcayac[5], en Cuyo.


Una vez en el Pueblo de las CenizasUspallata (ushpa: ceniza, llaqta: aldea o pueblo), hacían un alto en el Tambo Real de Ranchillos, para luego internarse por una quebrada, que los conducía al corazón de los cerros. 


Ruinas arqueológicas incaicas "Tambillitos".

El primer destino entonces, era un tambo pequeño, situado junto a la vera de un arroyo clamoroso y cristalino, que volcaba sus aguas en un río mayor.


Tambillitos, tal era su nombre, les ofrecía un espacio para descansar, alimentarse y atender al ganado de carga, en su mayoría llamas.  


Tras lo cual, continuaban la marcha hasta llegar al pie de una gran roca, donde le rendían culto al Apus más importante de la región, el Aconcagua, solicitando que mantenga el orden cósmico durante el viaje y protección para la familia y el imperio.


La Piedra del Inca.

Las ofrendas incluían oraciones, carne de llama o vicuña, hojas de coca, chicha y todos aquellos elementos, que eran del agrado de Pachamama, tras lo cual  proseguían el sendero, que pasaba por el Puente del Inca y algo más allá, les ofrecía la imponente vista del Aconcagua.

Desde allí, una vereda que partía hacia el oeste y tenía por destino las tierras "huiliches", al otro lado de las montañas, marcaba el final del viaje.



En el año 1534, con la muerte de Atahualpa y la caída del imperio inca, extrañas fuerzas convergieron sobre la "roca" que sirvió para los rituales, partiéndola en cuatro partes, las que de acuerdo a profecías amautas[7],  volverán a unirse por sí mismas, el día que el Imperio Inca sea restablecido.



Y así, desde aquellos lejanos días, esta historia continuó su camino, yendo de boca en boca y de fogón en fogón, hasta convertirse con los años en lo que es, una antigua leyenda mendocina. 





La Piedra Del Inca


(Incaj Rumin)


"La piedra del Inca" - Polvaredas.
(Imagen de Manuel Sanz)
Latitud: S32 48.808 

Longitud: W69 40.755


La Piedra del Inca, se encuentra en la localidad de Polvaredas, al pie del cerro Peñón Rajado, sobre el lateral sudeste de la actual RN 7, antiguo tramo del Qhapac Ñan Inca.


No sería extraño que debido a la simbología que representaban las piedras en la cultura incaica, esta roca hubiera sido protagonista de las ceremonias, que narraban antiguamente los arrieros.


Vale recordar que la cosmovisión de los pueblos originarios andinos, establecía una conexión sagrada con "Pachamama": madre de la Tierra, el tiempo y el universo. Tal equilibrio se sostenía en el respeto por todos los seres vivos que integraban el mundo natural, en el que se incluían a las piedras y rocas, a las que además, se les asignaba un carácter sagrado, por su longevidad.





Santuarios De Altura


Cabe mencionar que en 1985, en este mismo tramo y sobre una de las laderas del cerro Aconcagua, a 5.300 metros de altura, un equipo de escaladores mendocinos, encontró entre dos pircados semicirculares, un fardo funerario conteniendo a un niño momificado. El origen del hallazgo, se debió a la "capacocha" inca, ceremonia realizada para agradecer a Inti, el dios sol.


la-piedra-del-inca
El "Niño del Aconcagua".

La capacocha (qhapac: real, hucha o jucha: obligación, culpa), consistía en el envío de un mensajero a los dioses, para lo cual, se le otorgaban cuidados especiales a la persona elegida y al adoratorio que estaría situado en la wak'a[6], en este caso, la Pirámide del Aconcagua.


Luego se lo dotaba del tradicional ajuar y de las regias ofrendas, que portaría en su viaje.


Resulta conveniente aclarar que el mensajero no era sacrificado, se lo dejaba con la intención de que se reúna con sus antepasados, los que según sus creencias, observaban desde las alturas. 



Sólo en los adoratorios más importantes del Tawantisuyu, se realizaban este tipo de ceremonias, lo que pone en relevancia la importancia que revestía el Aconcagua, para esta cultura.





Relatos de Viajeros


El siguiente relato extraído del libro "Travels in Chile and La Plata - 1819/1824" de John Miers, cuenta esta pequeña y gran historia, que fue la que me inspiró para escribir la leyenda.



..."La vegetación va desapareciendo de las montañas; todo parece estéril y salvaje. Uno de los bloques, caído desde arriba, ha quedado depositado en medio de esta planicie; cuando lo vi por primera vez, era de forma casi cuadrangular, dividido por dos fisuras verticales en cuatro secciones. Una de las cuales se ha inclinado desde entonces. Los arrieros le atribuyen una historia maravillosa, es la Piedra del Inca sobre la cual, dicen, el emperador de Perú en sus viajes trienales a Chile, realizaba algunas ceremonias religiosas; en la época de la disolución de la monarquía de los Incas, la piedra se partió súbitamente por influencias sobrenaturales y se unirá de nuevo cuando el imperio de los Incas sea restaurado"...


VIAJE AL PLATA, de Johnn Miers (1819/1824).




Me despido de todos ustedes, agradeciéndoles la visita e invitándolos a que recorran el blog, en busca de otras publicaciones que sean de su agrado.













[1] real o "rial" (coloquial): término empleado durante la época colonial, para definir un paraje elegido, en el que se hace un alto o estadía pasajera.
[2] Huayna Capac (castellanizado del quechua): rey joven. Wayna: joven, qhapac: acaudalado, rico, soberano.
[3] Qhapac Ñan (s.): camino real. Qhapaq o qhapax: acaudalado, rico, soberano; ñan: camino.
[4] Qulla Suyu: castellanizado como Collasuyo.
[5] Huarpes Milcayac: los huarpes estaban divididos en tres parcialidades, huarpes Allentiac, en San Juan; Miilcayac en Mendoza y Puntanos, en San Luis.
[6] Wak'a (s.):   Dios de la divinidad, deidad, cosa sagrada. Ofrendas presentadas al sol, a las grandes cordilleras, nevados, todo lo singular o lo sobre natural.
[7] amauta:  hombre encargado de comprobar los hechos de la historia quechua para recitarlos públicamente en las fiestas del sol.





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* Tambo Incaico de Tambillitos.

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LOS CHOICANOS - Leyenda mendocina

Base del Campamento Minero "Las Choicas"
(Fines del siglo XIX) 


Por: Enrique Guerrero.


La Cordillera de Los Andes, atesora sobre el lado chileno, una gran cantidad de volcanes, de todos ellos, hoy nos ocupa uno que se encuentra frente a la localidad malargüina de Las Choicas, muy cercano a los límites de nuestra provincia.


Tinguirrica, tal es su nombre, tiene varias acepciones de origen araucano y van desde la toponimia más popular, “Zorro yerto de frío” (Thün-ngerü-rican), hasta la más curiosa o quizás debería decir extraordinaria, que define un antiguo diccionario jesuita, del siglo XVIII.


“Tigiri-ca”, cuyo significado es "otros enanos" (tigiri: enanos, ca: otros).


Los-choicanos
Cnel. Manuel J. Olascoaga

El coronel Manuel José Olascoaga, profundo conocedor de la geografía mendocina y patagónica, pionero del andinismo argentino, por sus ascensiones a algunos cerros, con mero carácter deportivo (febrero de 1882), ha dejado testimonio de este pueblo en uno de sus libros[1].

 

Aunque muchos años antes, los primeros conquistadores españoles que llegaron a nuestras tierras y se encontraban asentados a orillas del Río de la Plata, ya habían oído relatos sobre estas gentes, de boca de los "querandíes o puelches"[2], a los que le negaban toda credibilidad.



Como es de suponer, la leyenda tuvo una difusión extraordinaria en las serranías malargüinas, de mediados del siglo XVIII, hasta principios del XX. Fue tanta que aún hoy, persiste entre la población minera del lugar, el hábito supersticioso de realizar ofrendas y solicitar permiso al espíritu de los "choicanos", antes de extraer el metal de las minas y arroyos.





Los "choicanos"


Adaptación: Enrique Guerrero.


"Los Choicanos"


Cuentan que en tiempos remotos, existió una tribu de gente menuda, que habitaba las faldas del cerro Las Choicas[3] y las márgenes de los arroyos La Línea, Las Choicas y otros cursos menores, que volcaban sus aguas en el arroyo Del Quesero.


Vivían en cavernas y túneles subterráneos, que la lava de los volcanes había construido, en su andar por la pendiente de los cerros.


Los "choicanos", como se los conocía, constituían un pueblo de costumbres sencillas y habían heredado ese extraño nombre, que deriva de "choique", por una mutilación que se autoinfligían, en determinadas ocasiones.


Cada vez que algún familiar directo moría, o un dolor afligía al clan, se amputaban un dedo del pie en señal de luto y memoria, quedando a veces con dos o tres dedos en cada extremidad, lo que les daba el aspecto de patas de ñandú o quizás debiera decir, de "cheuque o choique", nombre dado por los araucanos a esta ave.


Se alimentaban de las abundancias que la zona les brindaba. Cosechaban semillas y vegetales del cercano Valle Hermoso y capturaban animales silvestres, que mantenían alojados en corrales y galerías subterráneas hasta su faena, por cuánto no habían aprendido a labrar la tierra.


Su vida por entero estaba entregada a la minería. Pasaban días, meses y años,  extrayendo metales de las minas, sin ningún afán de enriquecerse. El cobre, el oro y la plata así obtenidos, tenían por destino un fin mayor, la defensa del pueblo.


Con él fabricaban proyectiles, que arrojaban certeramente con sus hondas y eran empleados para repeler los embates de las tribus, que llegadas del oeste, ambicionaban sus tierras y las riquezas que estas guardaban.



Tras cada batalla, los enemigos retiraban los pesados cuerpos de los caídos en combate, con la sola intención de extraer los valiosos proyectiles, con los que los choicanos se habían defendido.


Y fue así, hasta que un día cansados de batallar, idearon un siniestro plan. Sitiaron la aldea choicana con una muralla de piedras y pizarras, dejando a los hombrecitos totalmente aislados, de sus fuentes de alimentos.


Cuenta la leyenda, que al no poder transponer el muro por su baja estatura y al habérseles agotado todas las provisiones que almacenaban, terminaron extinguiéndose.


Aunque hay quienes afirman, que astutamente escaparon del cerco y viven lejos de la vista de la gente, en algún lugar remoto de nuestra cordillera.




Aún hoy, después de tantos años, mineros y pastores que acampan en los alrededores de Las Choicas, comentan que en las noches serenas, suelen escucharse extraños ruidos subterráneos. Se asemejan al producido por el cencerro de una cabra madrina, a la que le precede el paso agitado del rebaño.

Tal vez sean los choicanos, que se alejan de la gente extraña, que visita las legendarias tierras de sus antepasados.






Las Choicas


otros antecedentes

Las-choicas
Imágen satelital con la ubicación relativa del cerro Las Choicas.
(Imagen Google Earth)
Latitud:    34°56'32.01"S

Longitud: 70°15'58.10"w


El cerro Las Choicas, de 3.837 m s.n.m., se encuentra ubicado a 6 km al este del límite fronterizo con Chile, en el Departamento de Malargüe.


Respecto a la abundancia de cobre (Cu) y plata (Ag) en la zona de Las Choicas, y la explotación clandestina y saqueo por parte de empresarios chilenos, menciona el Coronel Manuel J. Olascoaga:


..."Cuando conocí este lugar, estaba abierta y en activa explotación, sin ningún conocimiento de las autoridades de Mendoza, una rica mina que regenteaba como mayordomo un señor Bobadilla, el mismo que trabajó después en las minas de Lihué-Calel, en la Pampa.

El boquerón abierto en la Choyca ofrecía a la simple vista, en el piso y sus paredes, los filones de cobre nativo puesto de manifiesto por el roce de las carretillas y los capachos. Todas las semanas salían para la inmediata provincia chilena de Curicó, cincuenta o más mulas cargadas de metal, que retornaban con mercaderías.

Debí dar cuenta de este hecho al gobierno de Mendoza, y éste mandó un comisario a la Choyca para regularizar el procedimiento, imponiendo los derechos de la provincia. Los empresarios chilenos desconocieron la autoridad del comisario, y cuando éste se dispuso a hacerla respetar de hecho, declararon suspendido el trabajo de la mina, y en su presencia reunieron y despidieron a los capataces y peones".


TOPOGRAFÍA ANDINA de Manuel J. Olascoaga, edición 1901.


Si uno observa una antigua carta topográfica, levantada por el Instituto Geográfico Militar (IGM) en 1947, sobre la zona del Cerro Risco Plateado, podrá notar que en los alrededores del cerro Las Choicas, aparecen viejos emprendimientos mineros, tales como los de Las Choicas, El Águila y El Burro, con el signo cartográfico de minería, especificando la explotación de "cobre" (Cu), siendo quizás estas minas, a las que se refiere el coronel José Olascoaga en su libro.


Las-Choicas
Minas de cobre, en los alrededores de Las Choicas.
Carta topográfica del Instituto Geográfico Militar (IGM)


Entre las cartas citadas por Eduardo Madero en la "Historia de Puerto de Buenos Aires", se puede leer una crónica escrita en castellano antiguo, donde un colonizador relata que los querandíes, les hablaban de gentes que tenían pies de avestruz y vivían en unas sierras, tras las cuales se hallaba el mar, ¿podrá ser la actual Mendoza?


..."estos nos dieron. mucha Relaçion de la sierra y del blanco. como aRiba digo y de vna jeneraçion con quien ellos, contratan que de la Rodilla abajo que tienen, los Pies(31)de abestruz. y tanbien dixeron de. otras jeneraçiones estrañas á nra. natura lo qual por parezer cosa de fabula. no lo escribo. estos nos dixeron que de la otra parte de la sierra confinaba la mar"...


"(31) A juzgar por esto, los querandies eran chanceros: mejor será suponer que los españoles no les entendieron; ó que aquellos se referían á la bárbara costumbre de algunas tribus de irse cortando dedos de los pies (quedando á veces con solo dos dedos) cuando morían deudos inmediatos".


"Historia del Puerto de Buenos Aires" de Eduardo Madero.(Apéndice N° 8, carta de Luiz Ramírez,10 de julio de 1528)

 

Por su parte Enrique de Gandia en su libro "Historia crítica de los mitos de la conquista americana" (20/9/1929), comenta que Sebastián Gaboto tuvo noticias de este pueblo, cita el libro de Eduardo Madero y las cartas de Luis Ramirez, agregando otro dato por demás curioso:


 el "P. Pedro Lozano, en su "Descripción chorográfica... del Gran Chaco" (cap. XI), dice: " ..los Mataguayos, que dieron esta relación. Cullus; que explicaban en la lengua quichoa con el nombre Suripchaquin[4], que es en nuestro castellano lo mismo que pies de avestruz..." 




Fuera de la leyenda y las reseñas mencionadas, no se tienen datos concretos, que permitan suponer la existencia de este pueblo.


Sin embargo, la toponimia del volcán Tinguirrica (Chile), ubicado a 15 km al noroeste de Las Choicas; los relatos del coronel Olascoaga sobre la existencia de grandes yacimientos de cobre y plata, los de un originario sobre los "enanos de las choicas"; la  Carta Topográfica del IGM, referenciando la existencia de minas de cobre en la zona, las cartas de los españoles del s. XVI, citadas por Eduardo Madero y la descripción de los Mataguayos, citada por Enrique de Gandia, nos plantean una serie de interrogantes, que entreabren una pequeña ventanita, a la posibilidad de que ciertamente existieran o lo que sería mejor... 


¡Que los "choicanos", aún existan!

 



 

 

[1] Topografía Andina, de Manuel José Olascoaga, edición 1901. Manuel José Olascoaga, Coronel Mayor del Ejército Argentino, (26/10/1835 - 27/06/1911), nacido en Mendoza.

[2] puelches: (araucano) "gente del este". Puel: este, che: gente.

[3] Las Choicas: castellanizado de cheuque o choique (araucano), nombre dado al ñandú.

[4] Suripchaquin (Quechua): suri: ñandú, chaki: pie, pata.




Otros temas que quizás te puedan interesar:



* Leyenda del "Pozo de las ánimas".

¨Leyenda del "Cerro Nevado".



Preservar el patrimonio cultural y las tradiciones, constituyen los únicos caminos posibles, para mantener vigente la historia de nuestros orígenes.


LOS MORTERITOS DE POTRERILLOS

Los-Morteritos
Puesto Las Lajas

Es sabido que una gota de agua,

puede horadar la roca,

no por fuerza, sino por persistencia.

 

Al llegar a estos vestigios de culturas ancestrales,

uno no puede más que preguntarse,

¿Cómo lo hicieron?...

 

No hablo de pirámides, mega monumentos,

ni grandes ciudades.

 

Sino de unos simples hoyos labrados en la roca,

que testimonian con su presencia,

el paso de antiguos grupos, de cazadores-recolectores.


De los "Apuntes del camino", 13 de mayo de 2023.



TIPO DE SENDERISMO: Vestigios de Pueblos Ancestrales.


PUNTO DE PARTIDA: PUESTO LAS LAJAS, a 5 km del Valle del Sol, Potrerillos, Luján de Cuyo, MENDOZA.


ALTURA: 2.381 M S.N.M. (salida) - 2.538 M.S.N.M. (Loma de "Los Morteritos").


DIFICULTAD: Baja. Sólo se requiere estar en condiciones de caminar en montaña el recorrido total.


DISTANCIA IDA Y VUELTA desde el Puesto Las Lajas: 4 Km.


¡IDEAL PARA COMPARTIR EN FAMILIA!


Se abona un pequeño canon de ingreso.


 


* Con señal de telefonía celular, en gran parte del recorrido.



¡No está autorizado por el dueño!


EQUIPO NECESARIO:

Mochila pequeña, equipo de hidratación (hay agua en el recorrido), comida de marcha (sanguches o frutas), zapatillas o botas de senderismo, ropa cómoda preferentemente sintética, gorro, cortaviento, protector solar, lentes ahumados con protección UV y máquina fotográfica (obligado).




Puesto Las Lajas


Por: Enrique Guerrero.


Abandonamos la ciudad de Mendoza, bajo una tenue lluvia de notas doradas, que suavemente se desprendían de los árboles, bañando con sus hojas, la mañana perezosa de mayo.


El otoño con su infinita paleta de ocres, nos abstraía permanentemente de la charla, para sumergirnos en una poesía paisajista, que contagiaba hasta las hierbas más pequeñas, con sus tonalidades amarillentas. 

Ciclistas alistándose para practicar MTB.
Tras andar algo más de sesenta kilómetros, ingresamos a Potrerillos, cruzamos Las Vegas, El Valle del Sol y seguimos 5,1 kilómetros por un camino consolidado de ripio y tierra, con escaso mantenimiento, que nos condujo hasta el Puesto Las Lajas, hogar del estimado amigo Daniel y su familia.




Saliendo del Puesto


Callejón que sale del puesto y se interna en los cerros.

Latitud: S33 02.478 
Longitud; W69 19.266
Altura: 2381 m s.n.m.

¡Qué mejor para comenzar la marcha, que un día otoñal, templado y luminoso!...

Tras solicitar permiso en el puesto y abonar un pequeño canon de ingreso, comenzamos la caminata desde la zona de los corrales. Salimos con algo de prisa, pero a poco andar, el primer encuentro con la puna, nos detuvo por unos momentos.

La huella, está formada por una trama pedregosa que no permite agilizar la marcha, lo que nos brindó la hermosa oportunidad, de admirar la belleza de los cerros mientras caminábamos y continuar con la charla que traíamos. En este caso, nos ocupaban los vestigios ancestrales que íbamos a visitar y el porqué de su presencia en estos lugares.

La abundancia de plantas de bajo valor forrajero, me llamó la atención. Las hierbas medicinales tan comunes de la zona, tales como el tomillo, ajenjo gris, carqueja y otras, habían desaparecido. Cada tanto y entre las piedras del camino, asomaban pequeñas florcitas de "diente de león", siendo tal vez, las únicas que aportaban una nota de color a la caminata.

Siguiendo la huella
Creo oportuno mencionar, que este camino sirve de ruta de aproximación a muchos destinos del Parque Provincial Cordón del Plata, tales como la Laguna del Platita (4.100 msnm), el cerro El Platita (4.402 m), etc.


El rebaño de cabras del puesto.

Cuando llegábamos al arroyo, nos alcanzó un gran rebaño de cabras que soltaron para el pastoreo y fue a partir de ese momento que comprendí, porqué habían desaparecido las plantas y hierbas que extrañaba.

En sí, el sendero a seguir es muy simple, por lo que no hay posibilidades de perderse.  Nosotros seguimos la huella hasta que llegamos al arroyo Las Mulas y descendimos por una pequeña barranca hasta sus veras.

Una vez allí, nos sentamos en unas rocas junto al agua, disfrutamos de la comida de marcha y nos hidratamos, bajo la música rumorosa que nos ofrecía el arroyo.

Los-Morteritos
Arroyo Las Mulas.
Sus gélidas aguas, viajan desde la Laguna del Platita y otros cursos menores, para luego atravesar el Valle del Sol y Las Vegas, desaguando finalmente, en el río Blanco.



No es aconsejable beber estas aguas sin un tratamiento previo, por cuánto permanentemente abrevan rebaños de cabras y otros animales, que dejan caer desechos o residuos orgánicos en ellas.




Los Morteritos


Puesto-Las-Lajas
Los Morteritos
(En la esquina superior derecha, se observa el arroyo "Los Morteros")
Latitud: S33 02.228
Longitud: W69 20.173
Altura: 2538 msnm.

Después de cruzar el arroyo Las mulas y subir una pequeña barranca, llegamos a la Pampita de los Morteros. 

Caminamos unos doscientos metros en dirección NO, por una "sendita" bien marcada, hasta una roca horizontal, de superficie irregular, en la que se han labrado tres concavidades oblongas de poca profundidad, conocidas como morteros o "piedras tacitas" y son las que le dan el nombre al arroyo y la quebrada. 

Se los denomina morteros fijos, por cuanto no pueden ser transportados y para su uso, es necesario complementarlo con una piedra de percusión, de uso manual llamada "takana", del quechua: herramienta con que se golpea).


Estos valiosos restos arqueológicos, se encuentran en una zona donde habita el guanaco y el ñandú y es muy probable que hayan sido frecuentada hace miles de años, durante los meses cálidos, por grupos de cazadores y recolectores, pertenecientes a los primeros asentamientos humanos de Cuyo.

Puesto-Las-Lajas
Galpón
El lugar es estratégico para un cazador nómade, por cuanto ofrece cacería, acceso a las fuentes de agua, que aportan los arroyos y una peña, que sirve de reparo. 

El arroyo Morteritos que desagua en Las Mulas, es el más próximo a la peña, corre 50 m al este y los morteritos, distan 50  m al sur.

La presencia de más de una "tacita", da indicios de que podría tratarse de una roca comunitaria, que prestaría utilidad a un reducido grupo de personas o a más de una, y que recurrentemente hacían uso de este espacio.

Muchas teorías se ciernen en torno a las utilidades que prestaban, pero las más tradicionales señalan que se usaban para la molienda de granos o vainas, empleadas en la elaboración de harinas o bebidas; la elaboración de charqui (carne salada, deshuesada y secada) y pigmentos para pinturas de uso ceremonial o artístico.

Puesto-Las-Lajas
Orientación de los morteritos.
Cómo siempre suelo llevar una brújula en la mochila, por curiosidad la coloqué sobre la superficie de la piedra, con la intención de determinar si los hoyos seguían algún patrón de orientación. 

En la imagen puede observarse el resultado.


Nuevos estudios arqueológicos realizados en otros países, elaboran una teoría a partir de la cual, los morteros ceremoniales se habrían llenado de agua, para observar en su interior el reflejo de la Luna en sus distintas fases (ojos del cielo), para aprovechamiento y beneficio de la agricultura.



El final del paseo


Así concluyó este entretenido viaje, que nos sumergió en un bello rincón de Potrerillos y nos conectó con restos arqueológicos ancestrales, que permanecen como testigos cabales, de otros momentos de la historia del lugar.

Un sendero ideal, para introducir a los más pequeños en este bello ambiente, que combina la vida de los puestos de chivos que guardan nuestros cerros y todas las maravillas con que la naturaleza se manifiesta.

Celeste, mi querida sobrina, fue una excelente compañera de ruta y Los morteritos, nos brindaron la excusa perfecta, para realizar nuestra primera incursión de senderismo, compartir charlas, comidas, risas y la singular belleza del lugar.

Monita-Celes



Deseo que les haya gustado el paseo, los invito a que sigan visitando el blog y me despido con el deseo de que la vida, siempre nos brinde buenos senderos para andar.


Preservar el patrimonio cultural, histórico y natural de Mendoza, constituye una obligación ineludible, para quienes tenemos el privilegio de observar, testimonios de los esfuerzos realizados por el hombre o la naturaleza, a lo largo de muchos siglos.


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